UN IMPULSO EXTRAÑO, EL RESCATE DE UN TESORO FOTORÁFICO
Por Denisse Hernández
Capturar un instante con el disparo de la cámara es capturar una historia, un momento
irrepetible que con el paso de los años se convertirá en el testimonio de una realidad
que ya no existe. De esa importancia y legado que goza la fotografía nace el interés de
Mohsen Yammine por rescatar el trabajo de fotógrafos, profesionales y aficionados, del
Líbano y resguardar el patrimonio de un país que en 1979 se encontraba en una
situación de violencia y destrucción causada por una guerra civil que llevaba ya cuatro
años.
La colección de estos siete fotógrafos reunidos por Yammine (Marie el Khazen,
Mohamad Arabi, Yertchan Dankikian, Antranik Anouchian, Camille el Kareh, Najib el
Alam, Hannah el Alam) y que aparecen en el libro Un Impulso Extraño abarca un
periodo que va de 1920 hasta la década de los setenta. Este hombre apasionado por la
fotografía y la historia de su país recopiló mil 400 piezas que logran contar la historia
de dolor y supervivencia de una sociedad que estuvo a punto de quedar en el olvido
colectivo, pues como lo mencionan en muchas ocasiones: si no existe una fotografía, es
como si el hecho no hubiera sucedido. La publicación de este libro fue posible gracias a
la Fundación Árabe para la Imagen y Casa Árabe, institución española que fomenta el
conocimiento de las culturas y realidades sociopolíticas árabes.
“Mientras la guerra borraba la imagen del Líbano con la que habíamos crecido y
abría camino a otro Líbano que aún está tomando forma, yo y otras personas de
ideas afines nos sentimos obligados a hacer todo lo que estuviera en nuestras manos
para dar a la memoria una forma que no pudiera erradicarse ni descuidarse, y que
fuera capaz de sobreponerse a todos los obstáculos, cañones y los explosivos”.
Si algo sobresale en esta colección es la peculiar mezcla que Yammine hizo en su
búsqueda y recolección de trabajos fotográficos, pues a través de retratos de estudio,
escenografías, reportajes, fotografías familiares y tomas de la vida cotidiana cuenta la
historia de una sociedad con costumbres y tradiciones peculiares. Además, para hacer
una recolección más honesta y cercana a la realidad de ese entonces, incluyó fotógrafos
amateurs: “la historia de la fotografía no solo se escribe en los estudios o por los
fotógrafos profesionales. Estoy convencido de que las fotografías de aficionados poseen
la misma importancia, ya que son más amplias en su captura del pasado y más capaces
de capturar la vida diaria con su simplicidad y espontaneidad”, menciona el
coleccionista en el libro.
Hannah el Alam (1867-1937). A pesar de que Mohsen lo describe como un fotógrafo
aficionado, los retratos de Hannah son cuidadosos y la mayoría comparten algo en
común: el reflejo de las generaciones. En una misma foto conviven niños y adultos, es
como si quisiera dar una señal del paso del tiempo en los humanos. En el libro aparece
un retrato de lo que parece ser una madre y su hija, el parecido es tanto que pareciera
que viaja a otra época para conocerse a sí misma.
Najib el Alam (1899-1985). En el caso de Najinb se vuelve un poco más evidente que no
es profesional, no porque sus fotos no fueran buenas, sino que se comprueba lo que
Mohsen menciona sobre el interés de los aficionados de reflejar su entorno mediante
las escenas que la vida cotidiana les ofrecía.
Camille el Kareh (1897-1952). El trabajo fotográfico de Camille se concentraba más en
retratar a familias en funerales. Grupos de veinte personas o más colocaban el cuerpo
del difunto en el medio y posaban para la cámara, en ocasiones las fotografías eran más
espontáneas y capturaban un momento del velorio.
Antranik Anouchian (1908-1991). Los retratos de Antranik nos relatan historias de una
sociedad que se preocupaba por su apariencia y deseaba inmortalizar esa pulcritud y
elegancia en una fotografía. Todos sus fotografiados aparecen con ropa y peinados
perfectamente cuidados, todo está en su lugar.
Yertchan Dankikian (1919-1982). Llegar al apartado de Yertchan es recordar la
importancia de la riqueza y diversidad que existe en la fotografía, pues el estilo relajado
de este fotógrafo captura una esencia más cercana a la realidad. Hombres con poses
naturales mientras ríen o juegan entre ellos como si retaran a la cámara con cierta
rebeldía, pues al no estar en un estudio sentían que podían romper con esa formalidad.
Mohamad Arabi (1905-1983). Todas las fotografías que aparecen en Un Impulso
Extraño de Mohamad tienen un elemento que logra crear un estilo propio. Mujeres
armadas y niños en una sola foto, trucos de magia impresionantes en la calle, equipos
de futbol, retratos con una luz perfectamente cuidada, cada imagen con un sello
característico y con personajes que cuentan una historia.
Marie el Khazen (1899-1983). A pesar de que Marie también fue catalogado como
fotógrafo aficionado dejó un testimonio a través de su cámara muy importante, pues no
estar en un estudio le permitió explorar y capturar la vida que llevaban las personas,
como eran sus viviendas, autos, vestimenta, actividades. Además, algunas de sus
fotografías de doble exposición le dan un valor mayor.
En las últimas páginas de Un Impulso Extraño aparece otro tesoro: una conversación
entre Mohsen Yammine y los comisarios Clémence Cottard y Marc Mouarkech; allí el
coleccionista cuenta cómo inició su interés por el rescate de las fotografías luego de
llegar al archivo del fotógrafo de estudio Yertchan Dankikian para buscar fotografías
del Festival que se celebraba cada año en Ehden, pero se suspendieron a causa de la
guerra y la inestabilidad. Sin embargo, la verdadera emoción llegó cuando Yertchan
mostró retratos hechos por Camille el Kareh, primer fotógrafo de Zgharta, una
importante ciudad del Líbano. Retrataba a los tipos duros de la ciudad pero con su
vestimenta tradicional. Su interés fue tal que se acercó al hijo y logró rescatar el archivo
antes de que las excavadoras demolieran el primer estudio fotográfico de Zgharta.
Gracias al interés de personas como Mohsen Yammine por el resguardo y difusión de
las fotografías es que se puede conocer más sobre la historia de la humanidad y su
comportamiento, pues de una imagen, sin importar la buena o mala que sea, se puede
obtener información valiosa: la ropa que utilizaban, las actividades que realizaban,
como se comportaban, etc. A pesar de los avances tecnológicos que se han desarrollado,
la fotografía tiene esta peculiaridad que difícilmente podrá ser destituida, por eso es
importante que con la sobreproducción de imágenes de la actualidad se rescaten
aquellas fotografías que en 50 o 100 años serán un referente de las futuras
generaciones.