UN ENTIERRO DE ALTO RANGO

Luego del hallazgo, hace tres meses, de un complejo funerario inédito, compuesto por tres cámaras mortuorias, los investigadores lograron ingresar al tercer sepulcro prehispánico donde, entre otros objetos, se encontró una vasija roja con un rostro humano, que se estima data de 650 – 850 d.C.
A diferencia de los otros dos espacios fúnebres, que fueron vaciados y cancelados, éste conserva restos mortales de un individuo y una ofrenda en excelente estado de conservación, informó la doctora Nelly Robles García, coordinadora nacional de Arqueología del INAH.

Al interior de la tercera cámara se hallaron restos óseos de un individuo — probablemente del de sexo masculino— de alto rango en la antigua sociedad zapoteca, de cuyos restos mortales sólo se encontraron los huesos cortos y planos, es decir, vértebras, costillas y huesos de la mano, además del esternón, la pelvis y el cráneo.
El material óseo será sometido a estudios de antropología física, con el objeto de determinar patologías, edad, nutrición, el estado de salud que tuvo y si existen deformaciones intencionales con fines culturales.
Junto a dicha osamenta también se halló un cráneo fragmentado, perteneciente a otro personaje, que quizá fue depositado a manera de ofrenda, así como una pequeña jarra tubular de color negro y partes de un cajete.

El vaso de más de 1,100 años de antigüedad, mide 50 cm de altura, quizá con el tocado alcance 70 cm aproximadamente, y tiene cerca de 30 cm de diámetro. El personaje representado posiblemente está en posición sedente, lo que se sabrá conforme avance la excavación.
Una de las características más sobresalientes de la pieza, que puede apreciarse por su estado de conservación, es el pigmento rojo con que fue pintada, que al parecer podría haberse obtenido del cinabrio o de la hematita.
Un contexto funerario intacto

“Evidentemente este complejo funerario de más de 1,100 años de antigüedad, es de gran trascendencia, no por nada está en un montículo asociado a uno de los palacios más importantes de Atzompa: la Casa de los Altares”.
Tanto el edificio como las tumbas alojadas en su interior pertenecen a la época IIIB-IV de Monte Albán (650 al 850 d. C.), lo cual se infirió por el análisis de fragmentos cerámicos localizados.
“Estamos frente a un edificio donde fueron depositados los restos de personajes de muy alto estatus; quiénes eran y qué papel jugaban en la urbe zapoteca, está por discernirse a partir de los hallazgos que se están registrando y de sus análisis posteriores”, explicó la doctora Robles García.
Fue a finales de abril, durante la quinta temporada de trabajo, cuando los arqueólogos detectaron las tres tumbas en el interior del Edificio 6; una de las cámaras funerarias está decorada con pintura mural, que alude al ritual del juego de pelota, tema que no se había visto en un contexto funerario de la cultura zapoteca.

Sobre las características de la tercera cámara, el arqueólogo Eduardo García detalló que está hecha de bloques de piedra, con techo tipo bóveda elaborado con pequeñas losas recargadas en una especie de cornisa del muro. “Inicialmente la tumba debió tener unos 3.5 m de longitud, pero su tamaño se redujo para modificar el edificio y colocar la escalinata interior”.
Al fondo de la bóveda hay una laja grande de piedra, que a decir de los especialistas, tuvo la función de puerta de acceso, la cual ocuparon una vez y posteriormente la sellaron con lodo.
“A pesar de que las cámaras fueron construidas en diferentes momentos, la cerámica localizada muestra que no hay una gran variación de tiempo, probablemente corresponden a tres generaciones distintas”, concluyó el arqueólogo.
Fuente: INAH