TRES MIRADAS PUESTAS EN CAMAGÜEY

Sin conocerse y con apenas una visita a Cuba en común, Julio M. Romero, Manuel Díaz y Felipe Aguilar compartieron la misma fascinación por Camagüey, una ciudad que, al igual que toda la isla caribeña, parece no tener tiempo.
Los tres amantes de la imagen se conocieron durante su participación en el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey FIVAC 2019; sin embargo, el evento fue para ellos una ventana abierta por la que se coló la necesidad de retratar la vida social y cultural que los había atrapado. 

Así, en la cámara encontraron una herramienta para pausar escenas envueltas en una atmósfera llena de colores pasteles, sonrisas, tranquilidad y sobre todo, paz. Esas tres miradas de la tercera ciudad más grande de Cuba, tan distintas y complementarias entre sí, forman parte de un proyecto que culminó en el fotolibro Camagüey, Camagüey, Camagüey
Alfredo Reynoso, en el texto del libro, afirma que, con el cambio de siglo y de sistema económico mundial, Cuba suele quedar fuera del polaroid de la geopolítica global. Sin embargo, en las miradas de Julio M., Manuel y Felipe, se presenta una forma de mirar los rincones cubanos más allá de las postales de siempre. 

«Este lugar es utópico, lleno de humanos bellos, música cálida y húmeda, de un paisaje verde cubierto por palmeras,  de resistencia, con aire y agua limpios… Aquí el tiempo parece que hace una pausa.  Me gusta pensar que es en este pequeño pedazo de tierra, que sobrevive a pesar de nuestra indiferencia y de los ataques despiadados del extranjero, es uno de los pocos lugares donde durante algunos días podemos explorar lo cotidiano desde una perspectiva diferente y, quizás a partir de estas experiencias, imaginar alternativas para manejar nuestra existencia desde una manera distinta, sobre todo en este punto histórico crucial», cuenta Romero.
Por su parte, Díaz asegura que «la selección de fotografías que presento en este libro surge de la necesidad por capturar el modo precario, pero rico en humanidad, con que se vive en Cuba, en especifico en la ciudad histórica de Camagüey. Este libro representa un esfuerzo conjunto por compartir nuestro asombro y encanto al estar frente a otra realidad que no corresponde del todo con nuestras vidas sumergidas en el sistema capitalista de nuestros países de origen».
Para Aguilar, la fotografía es un medio muy apropiado para contemplar la realidad de instantes eternos, pero irrepetibles, que vio en Camagüey: «El tiempo es una sustancia extraña y en la cotidianidad de Camagüey se siente denso. Una luz y un espíritu amable acompañan la ciudad, pero hay un éter que la arropa como melaza de caña. Nadie tiene afán, no hay porqué, el ritmo es lento, muchos se han acostumbrado a esperar. Es un lugar que cautiva en varios sentidos».
El libro se publicará a mediados de noviembre.
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