POSADA, A FONDO

Más de 200 piezas integran la exposición José Guadalupe Posada. El gran ilustrador de lo mexicano, inaugurada recientemente en el Museo de Historia Mexicana en Monterrey.
El historiador Agustín Sánchez González, quien por más de 15 años ha realizado una profunda investigación alrededor de Posada, se encargó de la curaduría y seleccionó las piezas, las cuales provienen de colecciones privadas e instituciones públicas.
La museografía realizada por el Museo de Historia Mexicana hace uso de videos temáticos que fortalecen los contenidos y facilitan al público adentrarse en el mundo del dibujante, ilustrador y grabador, así como conocer la gran diversidad de temas que dibujó.
En la exposición podrán admirar sus ilustraciones publicitarias como empaques de cigarros, cajetillas de cerillos, etiquetas para cajas de puros, vinos y medicamentos; portadas e interiores de recetarios de cocina; carteles taurinos, teatrales, circenses y de las primeras funciones de lucha libre que llegaban al país.
También sus dibujos estuvieron presentes en los periódicos, ilustró desde lo que hoy se conoce como la nota roja, noticias de accidentes, como el ocurrido en las minas de carbón en Palau, Coahuila; erupciones de volcanes y hasta el famoso incendio del puente San Luisito, en Monterrey, en 1903.
Asimismo realizó grabados para artículos de entretenimiento, esoterismo y educación como los juegos de mesa de la oca, la lotería, el nuevo coyote, libros para aprender a leer las cartas, cancioneros, almanaques, la biblioteca del niño mexicano, cartas de amor, poemas, corridos. En fin, su ilustración no tuvo límites.
La exposición se divide en seis temas: Los precursores, Primeros años, Aguascalientes /1852-187, Su estancia en León / 1872-188, Don Lupe llega a México /1889-191, su influencia inmediata y Cien años después de su muerte.
LOS PRECURSORES: La exposición comienza con obras de Constantino Escalante, Jesús Alamilla, Alejandro Casarín y José María Villasana, reconocidos como los grandes maestros de la caricatura mexicana; creadores de publicaciones emblemáticas como La Orquesta, El Padre Cobos o El Ahuizote y aunque Posada sólo pudo haber conocido personalmente a Villasana, es fundamental la influencia que ejerció este cuarteto en su obra, dejando honda huella.
PRIMEROS AÑOS, AGUASCALIENTES /1852-1871: José Guadalupe Posada Aguilar nace el 2 de febrero de 1852, en el Barrio de San Marcos de la ciudad de Aguascalientes. Sus datos personales han sido un misterio que poco a poco se han ido descubriendo.
La familia era humilde, su padre Germán Posada era panadero; pero su hermano mayor, José Cirilo fue profesor y dirigía la escuela municipal, ubicada en un edificio de la acera norte del jardín de San Marcos. Ahí Guadalupe le ayudaba a controlar a los chicos latosos o los entretenía dibujando un sinfín de cosas. Cirilo debió intuir el talento natural de su pequeño hermano, hecho que confirmó al mirarlo trabajar decorando vasijas en la alfarería en el taller de su tío Manuel.
Cuenta el historiador Alejandro Topete del Valle: “La infancia del pequeño Guadalupe y su adolescencia, no se conocen en detalle… hasta que la providente solicitud del hermano Cirilo, convertido ya en “preceptor de primeras letras” lo llevaron al aprendizaje del Catecismo Ripalda, a “echar renglón” garrapateando las primeras letras, a “hacer cuentas” y despertar su incipiente vocación “haciendo monos”.
Uno de los escasos testimonios sobre el niño Posada es consignado por Francisco Díaz de León: “Mientras sus discípulos estudiaban y escribían (Guadalupe) se entretenía en copiar santos o monos de baraja que le servían de modelo, pues desde muy pequeño tuvo afición decidida por el dibujo. Cuando no tenía qué copiar se afanaba en retratar a los niños del plantel”.
Fue su hermano Cirilo quien lo condujo a la Academia Municipal de Artes y Oficios de Aguascalientes, dirigida por el maestro Antonio Varela, de quien recibió lecciones formales de dibujo al igual que del profesor Francisco Semería quien le enseñaría los elementos básicos de dibujo.
A la edad de quince años, José Guadalupe ya era considerado un artista, había logrado perfeccionar su técnica y seguramente realizaba diversos trabajos vinculados al arte. En 1871 comenzó a publicar en la revista El Jicote; aparecieron 11 grabados donde se observa la influencia de los caricaturistas que le antecedieron. Otro dato importante, es la creación de la primera calavera, es la más antigua obra que se le conoce: tenía apenas 19 años.
SU ESTANCIA EN LEÓN / 1872-1888: En 1871, tras la muerte de su padre, José Guadalupe parte a León, Guanajuato, esta etapa es fundamental en su vida sentimental -conoce a María de Jesús Vela, con quien contrae matrimonio y nace su único hijo Juan Sabino, en 1883.- pero también en esos 16 años consolida su vida profesional, adquiere el taller de impresión de su ex patrón Trinidad Pedroza, fueron tiempos de bonanza.
En esta parte de la exposición se exhiben piezas casi desconocidas de estas primeras ilustraciones que hace en León.
Hay dos libros que abordan su vida en León: Primicias litográficas del grabador J. Guadalupe Posada, y en La etapa leonesa de José Guadalupe Posada, ambas muestran su variada producción: etiquetas de puros, cigarros, cerillos, estampas religiosas y cabe destacar, la litografía El Carro alegórico de la ciudad. 20 de enero de 1876, con motivo del tricentenario de la fundación de esa ciudad, que después se publicó en las Crónicas de León, donde se evidencia la calidad del trazo, el trabajo de perspectiva cuya resolución permite abrir el espectro de la imagen transformando lo que sería un retrato al natural, en un gran cuadro testimonial de un momento histórico muy importante.
DON LUPE LLEGA A MÉXICO /1889-1913: Existen muchas especulaciones en torno de su llegada a la capital del país, una de ellas señala que debido a la gran inundación que azotó León, Guanajuato, Posada quedó en la ruina porque su casa y propiedades quedaron sumergidas e inservibles bajo el agua y que como en toda tragedia de este tipo, tendría que volver a empezar.
En 1889, tras renunciar a sus clases de litografía en León, es probable que Guadalupe Posada se trasladara a la ciudad de México. Rubén M. Campos señala: “cuando Posada llegó a la capital de la República era ya un artista prestigiado como ilustrador de periódicos populares que editaba el periodista David Camacho”, además podía desarrollar con gran calidad caricaturas, impresos comerciales y religiosos, ilustraciones y dibujos para periódicos y revistas.
En México conoce a Ireneo Paz (abuelo de Octavio Paz), quien imprimía en su taller La Estación, Revista de modas, El Padre Cobos, en una coedición con Vicente García Torres, Los Almanaques del Padre Cobos, Los Calendarios de Doña Caralampia Mondongo; y semanarios como El Ahuizote, Nuevo Siglo, Sufragio Libre y El Combate, además de numerosos libros, folletos e innumerables impresos. Paz lo invitó a colaborar en La Juventud Literaria y La Patria Ilustrada.
Hacia 1892, cuando Posada tenía más de cuarenta años de edad y un largo camino recorrido en el oficio, comenzó a trabajar con el impresor comercial Antonio Vanegas Arroyo, casa impresora que hoy en día conserva el mayor número de trabajos de Posada.
Del taller de Vanegas Arroyo, salieron miles de publicaciones de toda índole. Información de acontecimientos que impresionaban al pueblo mexicano: catástrofes, milagros, crímenes, escándalos, incendios, profecías, sucesos sensacionales, peregrinaciones, cuentos de amor, relatos patrióticos y los célebres ejemplos.
Asimismo, participa en más de sesenta periódicos de este tipo como La Casera, El Chile Piquín, El Diablito Rojo, Don Cucufato, El Malcriado, El Paladín, Ave Negra, La Guacamaya, etc.
Posada fue un artesano, un artista que no se creía tal. Hizo caricaturas a favor y en contra de Porfirio Díaz; a favor y en contra de la Revolución; no fue un retratista político, en sentido estricto, fue un hombre que ilustraba y caracterizaba conforme iban surgiendo los trabajos.
Cronista excepcional que pintó la comedia humana, la tragicomedia mexicana de un siglo que terminaba y otro que nacía. Posada captó las historias de la vida cotidiana: el silencio, la marginalidad, la tragedia, el dolor, la risa, la sorna, la carcajada, el miedo, la fe, el regocijo, el pecado, la magnificencia, la miseria, el llanto, el placer, la vida, la muerte, el blanco, lo negro, el pecado, el amor, lo mexicano. Más allá de ponerle cualquier adjetivo, Posada como pocos artistas, ha trascendido en lo que somos, en la imagen de un mexicano que se transforma en universal.
José Guadalupe Posada es un artista cuya obra, presumiblemente efímera, quedó para la posteridad por muchas razones, una de ellas, es su presencia en la vida cotidiana. Una obra póstuma es la llamada Calavera Catrina, impresa en 1913 y que se convirtió en uno de los símbolos nacionales.
Después de muerto don Lupe, nació Posada.
SU INFLUENCIA INMEDIATA: La escuela mexicana de pintura, que alcanzó su máximo esplendor en el muralismo, reconoció e hizo suya la obra de Posada, siendo el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central de Diego Rivera, que consolida la “invención” de la Catrina, pintándola de cuerpo entero y del brazo de Posada. Sin duda, La Catrina es una creación no sólo de Posada, Diego Rivera la popularizó y llevó a un nivel mundial. Más aún, la imagen original se llamaba La calavera garbancera y ese concepto era diametralmente opuesto a lo catrín, pues las garbanceras suspiraban por ser como sus patronas españolas que comían garbanzos.
Los miembros más importantes del Taller de la Gráfica Popular y los muralistas de la Escuela Mexicana de Pintura, siempre admitieron la influencia de José Guadalupe Posada en sus obras.
Diego Rivera uno de los más grandes admiradores de Diego Rivera señala: “Nadie imitará a Posada, ninguno definirá a Posada. Su obra, por su forma, es toda la plástica”.
CIEN AÑOS DESPUÉS DE SU MUERTE: José Guadalupe Posada, falleció el 20 de enero de 1913, en la ciudad de México.
“Hace cien años, en un modesto féretro yacía un personaje conocido como don Lupe, cuya muerte pareció no importar a nadie. Salió de una de las tantas vecindades marginales del barrio de Tepito, en la ciudad de México. Fue enterrado en la zona de sexta clase, la única gratuita del Panteón de Dolores. Siete años después se le desenterró pues nadie reclamó sus restos y fue emplazado en una fosa común, junto a decenas de restos de otras personas que, como él, fueron olvidadas”, señala Agustín Sánchez en el catálogo de la exposición José Guadalupe Posada. El gran ilustrador de lo mexicano.
Comenta Agustín Sánchez que es extraordinario encontrar que un siglo después Posada está presente en el acontecer nacional y mundial gracias a su obra plástica, un trabajo que no fue realizado para los muros de un museo, sino para un fin efímero, un papel que llegaría a las manos de alguien y después desaparecería, “eso es lo extraordinario, esas hojas de papel quedaron impresas en la vida mexicana en más de una forma y hoy, al verlas, sentimos que son nuestras, tan nuestras, como lo es el arte universal”.
La obra de Posada está en todas las generaciones de artistas mexicanos, desde los hombres maduros cuya obra es significativa como Adolfo Mexiac, quien ha dicho que aprendió de Posada y es el creador de “Libertad de expresión”, símbolo de las lucha de 1968; o Vicente Rojo, uno de los pintores-diseñadores más respetables del mundo y que en estos momentos recibe el Premio a la Excelencia por Trayectoria “Medalla José Guadalupe Posada”; o la más importante caricaturista mujer: Cecilia Pego; o Augusto Mora, joven y talentoso historietista, ganador del Primer Premio Nacional de Novela Gráfica.
Pero más allá de las obras que se presentan en esta exposición, la vigencia de Posada se muestra en las miles de piezas de calaveras creadas por artesanos de todo el país; así como decenas de libros que se siguen publicando año con año en el mundo con sus obras.
Posada, cien años después de muerto, está más vivo que nunca.
APASIONADO POR POSADA
Agustín Sánchez, historiador, escritor y periodista, es autor de más de 30 libros en los que destacan sus estudios en torno a la caricatura como: Historia de la caricatura en México (en coautoría con Esther Acevedo); Posada (2006); Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, (1998) -por el cual obtuvo el Premio Juan Pablo al Mérito Editorial); José Guadalupe Posada. Un artista en blanco y negro (1997); La caricatura en el siglo XIX y Gabriel Vargas. Una historia chipocluda (2010).
Ha publicado más de una docena de títulos de crónica histórica como Un dulce sabor a muerte (2009), El General en la Bombilla (2007) y La Banda del Automóvil Gris (2008), entre otros. Es autor de la antología La vida en México (1910-2010).
Es investigador del INBA. Fue coordinador de exposiciones del Museo de la Caricatura, y realizó más de una docena de curadurías en recintos tan importantes como el Museo de Arte de Veracruz, el Museo de Arte de Querétaro, el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas de Guadalajara, el Museo José Guadalupe Posada, de Aguascalientes, mismo en el formó parte del equipo que comenzó los trabajos de restauración del recinto, y en la Fábrica del Humor, de la Universidad de Alcalá, en España, entre otros. Ha impartido decenas de conferencias y ha sido profesor en la UNAM y en la Escuela Vida y Movimiento. En 2008 obtuvo el Primer lugar al desempeño en investigación, otorgado por el INBA, por los méritos académicos y la calidad de su trabajo, entre otros reconocimientos académicos y literarios.
La exposición estará en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey hasta el 10 de febrero de 2013.
(Información del Museo de Historia Mexicana, Monterrey)

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