Sofía Martínez mantiene viva la ceremonia de ingesta de hongos
Foto y texto por Gabriel Indra
Huautla de Jiménez es un poblado ubicado en la Sierra Mazateca en Oaxaca, y es conocido por mantener viva la ceremonia tradicional de ingesta de hongos alucinógenos que hiciera famosa a María Sabina a finales de los años sesenta, la gran sacerdotisa.
Cada año, particularmente en época de lluvias, cientos de viajeros de distintas partes del mundo acuden aquí en busca de sanación física o espiritual.
Sofía Martínez aún realiza la ceremonia, tiene 90 años y es prima de María Sabina; al igual que ella, aprendió desde niña al asistir a los rituales de su familia. Solo come hongos para sanar y cuidar a las personas, también asegura predecir el futuro al tirar el maíz. Ella solo habla mazateco así que su nieto Casimiro es quien le ayuda a traducir y a preparar la ceremonia.
Casimiro Martínez es el encargado de ir a buscar los hongos. “A veces hay pajarito y a veces derrumbe, así se llaman, algunos se dan en donde se cae la tierra y otros por donde están las vacas”, dice mientras va por su morral. Cuenta también “que ha estado lloviendo y que los hongos están frescos y darán un bien viaje”.
“Antes de cortar los honguitos pido permiso, uso mi cuchillo despacito. Son medicina, hay que tener respeto para que curen y den buen viajecito a las personas”, cuenta mientras se prepara para salir por ellos. “Hay que guardar abstinencia 5 días antes y 5 días después, es muy importante, ahorita no hay que comer pesado, solo poquito para tener el estómago listo, es mejor hacer la ceremonia en la tarde o en la noche, pero hay gente que le gusta en el día”.
Sofía platica que los visitantes deben subir al cerro de la adoración para limpiarse, pueden comprar flores en el mercado y dejar allá arriba una ofrenda para que les vaya bien. Afirma que el hombre bueno subirá sin problemas, pero al que no es puro le costará trabajo o no podrá subir por una razón u otra.
Cuando la ceremonia comienza, Sofía reza en mazateco a sus santos y pide por el bien del participante. Prende el copal y humea algunos de los hongos, después pone de pie a la persona para purificarla con el humo. Ella sabe la cantidad que debe recomendar a cada uno con tan solo un vistazo.
Se hace la entrega de los hongos, e indica que se coman despacio y con fortaleza. Durante el tiempo que toma consumirlos y hasta que la persona se encuentre “en el viaje”, ella permanece sentada frente a su altar, concentrada y rezando en silencio. Finalmente, se retira, pero se mantiene al pendiente en la cabaña de al lado toda la noche
Por la mañana se prepara de nuevo el altar, Sofía vuelve a rezar con fervor a sus santos y “limpia” al viajante, le obsequia un talismán de protección que debe portar a todo momento.
Para predecir el futuro de los curiosos, Sofía arroja un puñado de maíz a la mesa, observa la posición de los granos, los organiza y responde a lo interrogado. “A veces es necesario echarlos tres veces, porque hay muchos problemas” cuenta. Su asistente y traductor dice que casi todos preguntan por el trabajo, el dinero y la salud.
Después realiza otro rezo y santifica al participante por última vez, le recuerda de la abstinencia para que sea curado y le pide que regrese pronto si se siente mal.
Sofía guarda su maíz, sonríe y ofrece la mano para despedirse, ella no cobra, solo pide una cooperación voluntaria. Dice sentirse feliz de ayudar a la gente, advierte que hay que cuidarse de las personas mañosas que no saben curar y que solo roban a los visitantes.
Casimiro cuenta que sus hermanas no quieren aprender a hacer la ceremonia y que los hombres no deben hacerlo, se siente triste de que todo esté cambiando y de que después nadie sepa cómo curar de verdad.