Rosenda Villanueva: pionera de la lente en Nuevo León
Texto por: Enrique Tovar
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el arte fotográfico en Nuevo León fue una profesión ejercida por hombres, cuyo trabajo se concentró principalmente en la ciudad de Monterrey, capital del estado y centro de las principales actividades económicas, religiosas y sociales. Su desarrollo como ciudad industrial incrementó el número de su población y los servicios que en ella se ofrecían.
Los fotógrafos que vivieron ese periodo contaron con el equipo fotográfico de vanguardia, con estudios capaces de ofrecer múltiples opciones de ser retratado y, sobre todo, una clientela ávida de ser recordada a través de tarjetas de visita y álbumes familiares, empresarios que buscaban exhibir sus comercios y naves industriales en aras de mostrar un progreso que permitiera acercar nuevos capitales.
Los fotógrafos en Monterrey
Podría comenzarse con el fotógrafo estadunidense Eduardo Wilder, quien en 1842 tomó las primeras fotografías en la capital regiomontana; le siguieron Alberto Fahrenberg, artista y fotógrafo conocido por sus vistas estereoscópicas; los hermanos franceses Alfonso y Desiderio Lagrange y su reconocido estudio El Bello Arte, espacio compartido por Jesús R. Sandoval, nacido en Montemorelos. No puede cerrarse este breve recorrido sin mencionar al regiomontano Nicolás Mauro Rendón, que además de ser fotógrafo, cultivó la música y la pintura, desarrollando y patentando además, la técnica de la fotoescultura.
En el primer tercio del siglo XX fotógrafos como Guillermo Kahlo, Eugenio Espino Barros, Alberto Flores Varela y Fausto Tovar, entre otros, concentraron su trabajo en Monterrey con esporádicas salidas a los municipios del estado, lugares que también contaban ocasionalmente con algún fotógrafo que, por residir fuera del centro industrial, han pasado inadvertidos entre los investigadores de la lente.
La fotografía en Doctor Arroyo
De los 52 municipios de Nuevo León, Doctor Arroyo es uno de los más apartados de Monterrey (323.8 km de distancia), tan sólo superado por Mier y Noriega.
Es precisamente en Doctor Arroyo que nació una de las primeras mujeres que tomó la cámara para dejar testimonio gráfico de su pueblo y su gente. Rosenda Villanueva Pardo, nacida el 1 de marzo de 1922, fue la primera mujer en Nuevo León que desarrolló el arte fotográfico como profesión. Antes hubo otra mujer que aprendió de su padre el manejo de una cámara, pero lo hizo en calidad de aficionada; era Manuela Muñiz Martínez (nacida en 1905), hija del primer fotógrafo que tuvo el municipio, Pedro N. Muñiz.
A su muerte, otro fotógrafo asumiría de manera profesional esa actividad, el señor Martín Perales, quien le enseñaría a Rosenda la profesión. La persona que dio continuidad al trabajo fotográfico antes del retiro de Rosenda, fue el profesor Víctor Manuel Nava Molina, fotógrafo que falleció en febrero de 2022.
La fotografía: afición convertida en profesión
Los padres de Rosenda eran gente de campo y su nacimiento ocurrió, como era común en aquellos días, con la ayuda de una partera. Su madre, Guadalupe Pardo Martínez, tenía 30 años cuando nació Rosenda; se “había casado grande”, según las costumbres de la gente. Aunque su padre, Francisco Villanueva Flores, tenía 32 años, no se decía lo mismo de él.
Rosenda nació de un tamaño muy reducido y siempre fue una niña muy menudita. Apenas cumplió un año de edad cuando su padre mandó retratarla con su madre. Francisco Villanueva tenía una gran afición por la fotografía y a lo largo de su vida procuró tener retratos de su familia cuando le era posible pagarlos.
En 1928 nació su hermana Isidora. Ese mismo año Rosenda ingresó a la primaria, como no existía una escuela para continuar con estudios secundarios, entró a trabajar en una tienda, tiempo después en una botica y luego tomó un curso para aprender a escribir a máquina.
Con casi 18 años, Rosenda fue solicitada por el presidente municipal de Doctor Arroyo para ser maestra rural, pero su padre no lo permitió. En cambio, le dijo: “Mira, te voy llevar aquí con don Martín (el fotógrafo), vienes a que te enseñe, te compro la camarita, yo te compro todo, vas ahí con él a que te enseñe y te vienes a tu casa”. Fue entonces que la afición del padre se convirtió en la profesión de la hija.
Su aprendizaje se ajustó a los conocimientos que tenía el fotógrafo Perales. El manejo de la cámara lo aprendió, más que con la enseñanza, a través de la práctica, mediante la manipulación del equipo fotográfico que fue adquirido de medio uso en Monterrey.
A los pocos meses, Rosenda ya contaba con experiencia, equipo fotográfico y material de revelado. Su padre construyó el cuarto de revelado, y le arregló un espacio para fotografiar: un elemento arquitectónico destacable era un arco de medio punto que tenía como propósito servir de marco para las fotografías y el cual hoy es referente para identificar imágenes que aparecían como anónimas.
Para saber más, consulte: Enrique Tovar Esquivel, Rosenda Villanueva Pardo. Una fotógrafa del sur de Nuevo León, Monterrey, UANL, 2014.
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