PORTAFOLIO. JUAN TODAVÍA
Texto y fotografías: Ana Karen Reyes
Ni el dinero ni las posesiones: “lo importante es la salud”, comenta Johny desde la accesoria en donde vive, ubicada en la Avenida Ávila Camacho. Lo único que quiere es conservar su casa, heredad de su padre, aunque sus hermanos intentan venderla. A sus 62 años Juan Manuel Ascencio —Johnny, para los amigos— vive de trabajos esporádicos en la obra, vender camisas, collares hechos por sus manos u otros objetos.
Como si de un pariente se tratara, guarda un retrato enmarcado de Sara García, apenas uno de su colección de retratos de artistas del cine de oro mexicano. A esta colección agrega otra, la de objetos religiosos, que cuelga de los muros y conserva con cuidado. Juan toma como una señal encontrarse alguno. Es creyente. Si te encuentras con él, te despide con un “Dios te bendiga”.
Juan lava su ropa en un balde, come —cuando el dinero alcanza— y toca la armónica. Acaso en una suerte de venganza contra el olvido, contra quienes lo han olvidado, no pierde la oportunidad de regalar una sonrisa a cualquiera que pase frente a la cortina abierta que da entrada a su hogar.
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