Pedro Pardo: reconocido en World Press Photo 2012
Por Anasella Acosta
De Molière al fotoperiodismo: Nada corrige al ser humano más que el retrato de sus actos. Eso expresa Pedro Pardo.
La violencia derivada de la lucha contra el crimen organizado emprendida por el gobierno calderonista desde 2006, se impuso por tercera vez como tema de relevancia periodística a nivel mundial. En esta ocasión, a través del trabajo del fotógrafo Pedro Pardo (Puebla, 1974) quien, desde la corresponsalía de Acapulco, ha dado cobertura a los acontecimientos que han sumido al otrora destino de playa por excelencia en una ola sangrienta que ha alejado en gran medida al turismo, sobre todo internacional, del cálido vaivén sureño.
El jurado de la 55 edición del World Press Photo 2012 otorgó el tercer premio en la categoría de Temas contemporáneos a la serie “La guerra de los carteles de la droga”, de Pardo, quien desde hace más de cinco años llegó al puerto guerrerense conducido por su instinto periodístico, el que lo arrancó de su natal Puebla y lo ha llevado a aquellos escenarios donde tiene lugar la noticia.
Pardo trabaja para La Jornada de Guerrero y es corresponsal para La Jornada nacional, además de fotógrafo freelance para la AFP, agencia que presentó la serie ganadora.
Eres el tercer fotógrafo mexicano que gana con el tema de violencia un concurso a nivel internacional, ¿qué piensas sobre eso?
Yo, como muchos de mis colegas fotorreporteros, estoy muy comprometido con lo que hago, y es la realidad la que nos impone este tema; nos vemos inmersos porque esto llega a nuestro entorno y nos vemos obligados a documentarlo, a informar sobre estos hechos.
Pardo habla del compromiso social que siente al ejercer una labor periodística: “Para mí es muy importante ejercer un periodismo de derechos humanos, somos una herramienta de la sociedad y como tal tenemos que responder”. Agrega: “Mira, hay una frase de Molière: ‘Nada corrige al hombre más que el retrato de sus actos’; nosotros mostramos algo que queremos que sea transformado, no sabemos si tenemos la capacidad de hacerlo pero nuestra obligación es de cambio, no nos gusta la violencia, por supuesto, pero no porque no nos guste no lo vamos a trabajar, a documentar. Nosotros no somos responsables de esos hechos”.
¿Cómo se conforma la serie ganadora?
Con la cotidianidad y el retrato de las heridas de nuestra sociedad. Acapulco es una ciudad muy lastimada por este tema y, desde adentro, nosotros los fotógrafos tenemos la responsabilidad pero también la posibilidad de introducirnos a la herida que daña y lastima a nuestra ciudad para mostrarla y para crear consciencia e ir sorteando y solucionando esta cosas.
¿Cuál es la diferencia que hace que una foto sea promotora de la violencia o creadora de consciencia?
La foto no tiene la culpa de la violencia existente. Es importante que como documentalistas tengamos ese testimonio de nuestra época y tiempo. Lo que hay que discutir es el uso de esas fotografías, dónde o en qué posición de un diario o revista las ponemos, o en qué foros la vamos a discutir.
Has mencionado que crees en la sutilidad para mostrar la violencia, pero ¿cómo se hace eso?
Es cuestión de enfoques, no es necesario mostrar todo; algún detalle, una perspectiva distinta que no sea la cara o el rostro basta para la reflexión. Aunque es muy difícil, a veces la naturaleza misma del hecho no lo permite. Y ahí quiero hacer una aclaración porque la fotografía que abre la serie premiada es muy dura, de sutil no tiene nada, pero es una mínima parte del trabajo que estoy realizando que sí tiene otro enfoque.
Egresado de la Escuela de Artes Visuales de Puebla, Pardo también relata su formación empírica: “Siempre me ha gustado saber más de lo que aprendí en la escuela; siempre busqué oportunidades de trabajo, mi aspiración siempre fue trabajar para La Jornada, yo fui inspirado por los fotógrafos guiados por Pedro Valtierra, muchos de mi generación fuimos inspirados por ellos, crecimos viendo sus imágenes, ese proyecto de foto incluyente, exclusiva e informativa”.
Se dice que la gente de a pie con celulares está reemplazando a los fotorreporteros en cuanto a oportunidad se refiere. ¿Qué le ofreces tú de más a un espectador en comparación con una persona con celular?
Somos una sociedad basada en los sentidos y más en los visuales, si una persona puede acceder a tecnologías y publicar sus imágenes está bien. Pero nosotros estamos comprometidos con esta profesión y dispuestos a ir a muchos lugares donde no cualquiera iría, además de contar con el espacio de un medio de comunicación, no sólo con las redes sociales. Una persona de a pie tampoco tiene la posibilidad de armar una historia con más profundidad, es sólo el acto fortuito que se encontrará.
Más allá del instinto periodístico, Pardo reconoce los riegos de su profesión en el contexto actual: “Tenemos que sortear la complejidad, es muy importante trabajar en equipo, no hay nada que valga una exclusividad en este escenario. Nuestro país está considerado como de alto riesgo para el ejercicio periodístico; tenemos que manejar protocolos de seguridad, de comportamiento para ir sobre el objetivo principal que es la información.
¿De dónde tomas los protocolos?
Todo ha sido empírico. Hay organizaciones que están trabajando sobre esto; acabo de tomar un curso con Artículo XIX, muchas cosas de las que se plantean dentro del lenguaje académico las hemos enfrentado en la calle, por eso me refiero a la formación empírica en el manejo de riesgos; pero hay que afinar muchas cosas más.
¿Has vivido algún tipo de represión?
Sí, y sobre todo de la autoridad, muchas veces ellos tampoco están preparados para este tipo de situaciones y arremeten contra quien sea. En Acapulco sí ha habido agresiones contra periodistas y, aunque en la cobertura hasta ahora no ha habido ningún problema mayor, tampoco podemos estar esperando que suceda, sino estar preparados para que no ocurra.
En este escenario, ¿se puede ejercer un periodismo libre, fuera de censura y autocensura?
Yo no creo en la autocensura, sí en la autorregulación. Muchas veces mis fotos son autorreguladas, porque estoy buscando algo en particular, y muchas imágenes sobrepasan esos mensajes. En muchas ocasiones, por la naturaleza de los hechos violentos, te autorregulas y tratas de hacer un trabajo mucho más sutil.
De Molière al fotoperiodismo: Nada corrige al ser humano más que el retrato de sus actos. Eso expresa Pedro Pardo.
La violencia derivada de la lucha contra el crimen organizado emprendida por el gobierno calderonista desde 2006, se impuso por tercera vez como tema de relevancia periodística a nivel mundial. En esta ocasión, a través del trabajo del fotógrafo Pedro Pardo (Puebla, 1974) quien, desde la corresponsalía de Acapulco, ha dado cobertura a los acontecimientos que han sumido al otrora destino de playa por excelencia en una ola sangrienta que ha alejado en gran medida al turismo, sobre todo internacional, del cálido vaivén sureño.
El jurado de la 55 edición del World Press Photo 2012 otorgó el tercer premio en la categoría de Temas contemporáneos a la serie “La guerra de los carteles de la droga”, de Pardo, quien desde hace más de cinco años llegó al puerto guerrerense conducido por su instinto periodístico, el que lo arrancó de su natal Puebla y lo ha llevado a aquellos escenarios donde tiene lugar la noticia.
Pardo trabaja para La Jornada de Guerrero y es corresponsal para La Jornada nacional, además de fotógrafo freelance para la AFP, agencia que presentó la serie ganadora.
Eres el tercer fotógrafo mexicano que gana con el tema de violencia un concurso a nivel internacional, ¿qué piensas sobre eso?
Yo, como muchos de mis colegas fotorreporteros, estoy muy comprometido con lo que hago, y es la realidad la que nos impone este tema; nos vemos inmersos porque esto llega a nuestro entorno y nos vemos obligados a documentarlo, a informar sobre estos hechos.
Pardo habla del compromiso social que siente al ejercer una labor periodística: “Para mí es muy importante ejercer un periodismo de derechos humanos, somos una herramienta de la sociedad y como tal tenemos que responder”. Agrega: “Mira, hay una frase de Molière: ‘Nada corrige al hombre más que el retrato de sus actos’; nosotros mostramos algo que queremos que sea transformado, no sabemos si tenemos la capacidad de hacerlo pero nuestra obligación es de cambio, no nos gusta la violencia, por supuesto, pero no porque no nos guste no lo vamos a trabajar, a documentar. Nosotros no somos responsables de esos hechos”.
¿Cómo se conforma la serie ganadora?
Con la cotidianidad y el retrato de las heridas de nuestra sociedad. Acapulco es una ciudad muy lastimada por este tema y, desde adentro, nosotros los fotógrafos tenemos la responsabilidad pero también la posibilidad de introducirnos a la herida que daña y lastima a nuestra ciudad para mostrarla y para crear consciencia e ir sorteando y solucionando esta cosas.
¿Cuál es la diferencia que hace que una foto sea promotora de la violencia o creadora de consciencia?
La foto no tiene la culpa de la violencia existente. Es importante que como documentalistas tengamos ese testimonio de nuestra época y tiempo. Lo que hay que discutir es el uso de esas fotografías, dónde o en qué posición de un diario o revista las ponemos, o en qué foros la vamos a discutir.
Has mencionado que crees en la sutilidad para mostrar la violencia, pero ¿cómo se hace eso?
Es cuestión de enfoques, no es necesario mostrar todo; algún detalle, una perspectiva distinta que no sea la cara o el rostro basta para la reflexión. Aunque es muy difícil, a veces la naturaleza misma del hecho no lo permite. Y ahí quiero hacer una aclaración porque la fotografía que abre la serie premiada es muy dura, de sutil no tiene nada, pero es una mínima parte del trabajo que estoy realizando que sí tiene otro enfoque.
Egresado de la Escuela de Artes Visuales de Puebla, Pardo también relata su formación empírica: “Siempre me ha gustado saber más de lo que aprendí en la escuela; siempre busqué oportunidades de trabajo, mi aspiración siempre fue trabajar para La Jornada, yo fui inspirado por los fotógrafos guiados por Pedro Valtierra, muchos de mi generación fuimos inspirados por ellos, crecimos viendo sus imágenes, ese proyecto de foto incluyente, exclusiva e informativa”.
Se dice que la gente de a pie con celulares está reemplazando a los fotorreporteros en cuanto a oportunidad se refiere. ¿Qué le ofreces tú de más a un espectador en comparación con una persona con celular?
Somos una sociedad basada en los sentidos y más en los visuales, si una persona puede acceder a tecnologías y publicar sus imágenes está bien. Pero nosotros estamos comprometidos con esta profesión y dispuestos a ir a muchos lugares donde no cualquiera iría, además de contar con el espacio de un medio de comunicación, no sólo con las redes sociales. Una persona de a pie tampoco tiene la posibilidad de armar una historia con más profundidad, es sólo el acto fortuito que se encontrará.
Más allá del instinto periodístico, Pardo reconoce los riegos de su profesión en el contexto actual: “Tenemos que sortear la complejidad, es muy importante trabajar en equipo, no hay nada que valga una exclusividad en este escenario. Nuestro país está considerado como de alto riesgo para el ejercicio periodístico; tenemos que manejar protocolos de seguridad, de comportamiento para ir sobre el objetivo principal que es la información.
¿De dónde tomas los protocolos?
Todo ha sido empírico. Hay organizaciones que están trabajando sobre esto; acabo de tomar un curso con Artículo XIX, muchas cosas de las que se plantean dentro del lenguaje académico las hemos enfrentado en la calle, por eso me refiero a la formación empírica en el manejo de riesgos; pero hay que afinar muchas cosas más.
¿Has vivido algún tipo de represión?
Sí, y sobre todo de la autoridad, muchas veces ellos tampoco están preparados para este tipo de situaciones y arremeten contra quien sea. En Acapulco sí ha habido agresiones contra periodistas y, aunque en la cobertura hasta ahora no ha habido ningún problema mayor, tampoco podemos estar esperando que suceda, sino estar preparados para que no ocurra.
En este escenario, ¿se puede ejercer un periodismo libre, fuera de censura y autocensura?
Yo no creo en la autocensura, sí en la autorregulación. Muchas veces mis fotos son autorreguladas, porque estoy buscando algo en particular, y muchas imágenes sobrepasan esos mensajes. En muchas ocasiones, por la naturaleza de los hechos violentos, te autorregulas y tratas de hacer un trabajo mucho más sutil.