Paty Banda, más allá del click
Portafolio publicado en la revista Cuartoscuro 180 (marzo-mayo 2024)
Antes de verme con Paty Banda en el taller Panóptico, reviso una vez más sus fotografías e intento descifrar el misterio que las envuelve entre sus tonalidades azules y rosas: ¿qué nos querrá decir con esas medias rayadas que aparecen recurrentemente, como ese sueño que se repite y nos despierta a mitad de la noche? ¿Cuál es ese hilo conductor entre los objetos retratados, los desnudos y el sentir de la propia autora? Sin resolver el enigma por completo, se revela ante mí aquello que nos guiará a la comprensión de la obra: la feminidad. En sus series Media mujer, Otredad siliente y Acto reservado, la autora nos lleva por una línea del tiempo que retrata y cuestiona la transición de niña a mujer, un proceso que, aún en la actualidad, arrastra estereotipos de belleza ligados a la sensualidad.
Por años, los moteles de la Ciudad de México fungieron como el estudio fotográfico de Paty, tal vez por eso los escenarios causan una sensación confusa. En estos espacios cargados de estigmas y donde todo sucede a la puerta cerrada, retrata a sus modelos, amigas que acceden a posar ante la cámara portando como único atuendo unas medias, ya sean rayadas o lisas, de colores vibrantes, con encaje, de seda o de nylon. Con intención de disolver el misterio que rodea a sus fotografías, le pregunto sobre las medias que se volvieron un distintivo en su obra: “Nombré así a esta serie (Media mujer) porque creo que hay una relación entre este accesorio y lo femenino. Cuando era niña siempre que me las ponía, las rompía y mi mamá me decía: “Eres una media mujer, porque una mujer completa sí se sabe poner las medias”.
Si prestamos atención, encontramos entre el mosaico de fotografías un patrón de objetos ligados al arreglo femenino: zapatos de tacón, espejos, vestidos, joyería. Aunque todos parecen inanimados a simple vista, en realidad tienen una historia que contar a través de la madre de la autora, la dueña original, y es que este trabajo nació hace años desde una necesidad personal de nadar contracorriente a lo establecido, un acto de rebeldía que, más que señalar, invita a la reflexión. Con estas fotografías, Paty rompe el pacto de seguir un camino que la desorienta.
Acto reservado es la propuesta visual que cuestiona la construcción de la mujer desde la infancia, la imposición de estándares y el tardío despertar de la autoexploración sexual. “Nací en una familia conservadora y yo no quería seguir ese camino. En la fotografía encontré esta forma de expresar todo lo que pensaba”, señala.
La estenopeica es el otro elemento que genera el ambiente mágico en las escenas y nos desconecta de la realidad. Con una cámara hecha de cartón y sin ayuda de un lente, logra crear imágenes con gran profundidad de campo que resisten hasta las más hostiles condiciones de iluminación. Reconocida como unas de las pioneras del uso de la foto estenopeica antes de su resurgimiento reciente, Paty considera que no es
prioritario hablar de la técnica pues el verdadero peso recae en la imagen. Aunque se esté de acuerdo, es imposible ignorar que esta estética inusual y hasta sombría de su trabajo viene del uso de esta herramienta.
“Desde que inicié en la foto me sentí atraída por los procesos alternativos, porque me permiten crear con mis propias manos imágenes que están en mi cabeza, no hay límites para la imaginación”, dice, reflejando ese espíritu inquieto que hurga en el mundo fotográfico y juega a prueba y error hasta lograr la toma esperada. En varias ocasiones las sesiones no resultaban como se esperaba, pues alrededor de la poesía de la estenopeica, ronda el riesgo de no obtener ninguna fotografía, pero como ella lo expresa: “Estos trabajos reafirmaron que en la estenopeica no hay cabida para el miedo, debes intentar e intentar”.
Hasta hace muy poco Paty, Patricia García Banda, doctora en Artes y Diseño por la UNAM, decidió que era momento de cerrar este ciclo de desnudos pues, aunque le dejó un gran aprendizaje, era necesario darle vuelta a la página para abrir las puertas a nuevos temas e inquietudes con una mirada más madura. Ahora el deseo de la fotógrafa es dejar un testimonio, a través del daguerrotipo, de los tiempos actuales de la Ciudad de México.
Las electrizantes fotografías de Paty, como pocas, se quedan grabadas en la mente como un recuerdo vivo. Dejan un sabor agridulce de fantasía y soledad tal vez causado por todos sus elementos: la nostalgia por la niñez, la reflexión sobre nuestra propia sexualidad y feminidad, el cuestionamiento de los estereotipos. Sin duda, estas series atemporales seguirán resonando en próximas generaciones.
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