Pasión y adrenalina por Adriana Balderrama
Texto y fotos por Adriana Balderrama
Salen los gallos en brazos de los soltadores y entre toda la euforia de los asistentes esconden sus filosas espuelas que servirán como arma de ataque una vez que pisen la arena del palenque y deban luchar a muerte. La fotógrafa Adriana Balderrama, en un vivo interés de conocer más a fondo este fenómeno, comenzó la documentación de las peleas de gallos en un palenque de la ciudad de Chihuahua en 2019 y el resultado fueron estas imágenes que pueden crear distintas opiniones entre los espectadores, pues lo que muchos catalogan un acto inhumano y sangriento, para otros se convierte en su “vida”. En Cuartoscuro te presentamos el trabajo de Balderrama:
Al acudir al palenque, en donde obtuve el permiso del dueño para fotografiar, comencé a socializar con algunos galleros, incluso logré llegar a sus granjas para conocer donde criaban y entrenaban a sus aves de combate. Es evidente su pasión por esta actividad, ocupan gran parte de su tiempo y dinero para mantener a sus gallos; existen familias completas que se dedican con sumo esmero a la cría, desde incubar los huevos, alimentar a los gallos con la mejor calidad de granos durante su primer año y entrenarlos para que lleguen a su primer encuentro y desafiar a la muerte.
Los dueños no suelen entrar a la arena, ellos observan desde las gradas esperanzados de haber elegido bien a su gallo. Son momentos de adrenalina y sangre; es increíble como el gallo triunfante muestra un enorme orgullo al sobrevivir a tan sangriento encuentro, he descubierto cosas que no imaginaba del comportamiento de estas aves: pelean hasta el último aliento. Los asistentes en el palenque mencionan que las peleas de gallos son tradiciones mexicanas y deberían ser patrimonio cultural. He llegado a pensar… o detesto a los gallos o me vuelvo gallera.
Según datos de La Gallística en México, Comisión Mexicana de Promoción Gallística, las peleas de gallos como entretenimiento y recreación se remontan en nuestro país a los años 1700. Aunque no hay registros que señalen la fecha exacta de la introducción del gallo de pelea a México, se deduce que debió ser con la llegada y expansión de Hernán Cortes a Cuba, en dónde se importó esta tradición desde España y Santo Domingo a los países del caribe.
En 1794 se construyó la plaza de gallos de San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan. Cuatro años después, en 1798, se construye el palenque en la calle de Moras, en el centro de la Ciudad de México. Desde 1821 las contribuciones económicas producidas por el juego de gallos estuvieron incluidas en la Secretaría de Hacienda de México, sin embargo, todo estaba desorganizado; fue hasta 1824, cuando se estableció una federación organizacional, gracias a eso el gobierno mexicano percibió por algún tiempo cuantiosos ingresos de la Plaza de Gallos de la capital, en lo que se definía la situación política y administrativa de la metrópoli.