MUJERES EN EL MAM
Por Ana Luisa Anza
Montadas en su mayoría en forma de binomios, las fotografías se oponen, contrastan, danzan, platican, discuten o se complementan y establecen diálogos que tendrían que ser interpretados por quien las mira. O no, pueden estar para ser simplemente contempladas. En pareja, en trío, en piezas sueltas.
La muestra Confines, confluencias y conformidades, integrada por 86 imágenes en blanco y negro de la autoría de 33 mujeres mexicanas o cuya práctica se llevó a cabo en el país, invita no sólo a hacer visible el trabajo de tantas mujeres fotógrafas sino que sirven para cotejar contrastes, texturas, encuadres y movimientos.
Habría que pararse, por ejemplo, frente a la mujer chiapaneca de la mirada intensa que capturara Ángeles Torrejón y darse cuenta de que hay unas jóvenes mazahuas retratadas por Mariana Yampolsky que también la miran. Tal es la fuerza de sus ojos y la curiosidad de unas muchachas que están como fascinadas con los sentimientos que desprende: ¿dolor? ¿decisión? ¿valentía?
Podríamos admirarnos con la fuerza del personaje de tocado picudo que recupera Ruth Lechuga, esa figura que recuerda al imaginario cerámico de su pueblo (Ocumichu, Michoacán), y sentir el contraste que ella representa, esa imagen femenina que parece desvanecerse en la luz tenue en que la capta Diane Porcel.
No hay que hacer un gran esfuerzo para sentir la actividad humana en esa necesidad del grupo, ya sea la de ellos que salen y apenas vemos en el contraluz, captados por Yolanda Andrade, los que posar festivos para alguien más y no para Bernice Kolko o trabajando, cosiendo, apiñados para que Marilu Pease nos recuerde esa necesidad social. Somos gregarios.
Quizá lo que se cuela por las ventanas, lo que vieron Colette Urbajtel y Vida Yovanovich no es lo mismo pero está la sensación de saberlas presentes, contemplando en distintos lugares y tiempos. Igual sucede al visualizar otras ventanas: seguro estaba ahí Graciela Iturbide, decidida a hacer protagonista a la hierba que consume toda posibilidad de ver a través de, en una Roma que nos es atípica, mientras que Mariana Yampolsky -en otro tiempo y totalmente en otro espacio (Tianguistengo)- prefiere rescatar el encaje de una cortina escondida por un pórtico de otros tiempos.
La directora del Museo, Natalia Pollak Bianchi, y el curador de la muestra, Carlos Molina, lo explican así en un comunicado:
«La relación propuesta entre las fotografías sirve como invitación para que el público vea más de cerca las imágenes y llegue a nuevas conclusiones sobre las construcciones simbólicas que conforman cada una de ellas y cómo se entrelazan entre sí. Para ello se sugiere un despliegue formalista de las fotografías, una composición que responda en primera instancia a una tesis sobre el contenido o significado del arte a partir de la percepción de valores plásticos (textura, color, línea, etcétera). La propuesta de mirar reunidas de este modo las fotografías, y de su aparente desavenencia o articulación inesperada, es generar un fecundo diálogo entre la exposición y sus visitantes a fin de descubrir qué más nos dicen sobre la mujer, sobre la fotografía y el arte en general».
Diálogo o no, realmente es una gran oportunidad de ver juntas tantas miradas de mujer, las de este siglo, las del siglo pasado, como una especie de entrada a la propuesta de FotoMéxico2019 -cuya línea temática es justamente «Mujeres»- en una búsqueda por hacer visible «la producción artística de mujeres, tanto ensayos fotográficos como tomas aisladas en las que se propongan argumentos de fondo sobre cómo representar el entorno, la identidad e incidencia política de su circunstancia inmediata como mujeres y la diversidad de consideraciones sobre el cuerpo femenino».
Confines, confluencias y conformidades estará abierta al público hasta el 24 de noviembre en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, en Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. https://mam.inba.gob.mx/
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