LA VISIÓN FEMENINA EN LA FOTOGRAFÍA DE COLETTE URBAJTEL
Por Isaac Esquivel
La fotógrafa francesa Colette Álvarez-Urbajtel recibió de su hermano su primera cámara fotográfica en 1940, cuando estaba a punto de viajar a México, también por primera vez. A partir de ahí, la relación con el aparato –y quizá con el mismo México, en donde reside desde 1962– ha sido tan estrecha que siempre tiene una cámara a la mano y nunca sale sin ella, refiere la autora octogenaria.
En su más reciente fotolibro, Colette Urbajtel, nos encontramos con 52 fotografías en blanco y negro en las que la composición tiene un papel trascendente: es sencilla y al mismo tiempo efectiva.
La propia autora recuerda que desde pequeña se divertía componiendo imágenes en su mente de situaciones u objetos que encontraba en la calle, y asegura que la “composición en todos los fotógrafos es innata y personal”.
Publicado por editorial RM, las imágenes representan para Urbajtel una visión “femenina” de la fotografía. ¿Esto es posible?, se cuestiona ella misma.
Una tras otra, las escenas cotidianas de México llenan las páginas; algunas cargadas de ironía y buen humor, pero también instantáneas más personales que nos invitan a contemplar un momento congelado en el tiempo.
El sutil surrealismo plasmado en las imágenes se hace evidente gracias a los juegos de doble exposición que hace Urbajtel (La Princesa, ca. 1980) o con los reflejos en una ventana, donde se puede ver al maestro Álvarez Bravo retratado (Manuel y la Luna, 1970s). Resultado de una probable influencia del fotógrafo mexicano , de quien Colette Urbajtel fue la última esposa, además de ser su asistente y contribuir a difundir su obra.
Colette Urbajtel es un fotolibro que nos trae la muestra la obra de una fotógrafa cuyo trabajo ha sido expuesto en diversas galerías y museos tanto en México como en el extranjero, y que a través de su cámara aprehendió la cotidianidad de ver.
La fotógrafa francesa Colette Álvarez-Urbajtel recibió de su hermano su primera cámara fotográfica en 1940, cuando estaba a punto de viajar a México, también por primera vez. A partir de ahí, la relación con el aparato –y quizá con el mismo México, en donde reside desde 1962– ha sido tan estrecha que siempre tiene una cámara a la mano y nunca sale sin ella, refiere la autora octogenaria.
En su más reciente fotolibro, Colette Urbajtel, nos encontramos con 52 fotografías en blanco y negro en las que la composición tiene un papel trascendente: es sencilla y al mismo tiempo efectiva.
La propia autora recuerda que desde pequeña se divertía componiendo imágenes en su mente de situaciones u objetos que encontraba en la calle, y asegura que la “composición en todos los fotógrafos es innata y personal”.
Publicado por editorial RM, las imágenes representan para Urbajtel una visión “femenina” de la fotografía. ¿Esto es posible?, se cuestiona ella misma.
Una tras otra, las escenas cotidianas de México llenan las páginas; algunas cargadas de ironía y buen humor, pero también instantáneas más personales que nos invitan a contemplar un momento congelado en el tiempo.
El sutil surrealismo plasmado en las imágenes se hace evidente gracias a los juegos de doble exposición que hace Urbajtel (La Princesa, ca. 1980) o con los reflejos en una ventana, donde se puede ver al maestro Álvarez Bravo retratado (Manuel y la Luna, 1970s). Resultado de una probable influencia del fotógrafo mexicano , de quien Colette Urbajtel fue la última esposa, además de ser su asistente y contribuir a difundir su obra.
Colette Urbajtel es un fotolibro que nos trae la muestra la obra de una fotógrafa cuyo trabajo ha sido expuesto en diversas galerías y museos tanto en México como en el extranjero, y que a través de su cámara aprehendió la cotidianidad de ver.