"LA FOTO DOCUMENTAL PUEDE SER ARTE": JAMES WHITLOW

Por David Polo
“El mes pasado estuve dando cobertura al tema del muro fronterizo en Tijuana. Trabajamos en los barrios y colonias y cada día al terminar nos sentíamos felices de estar fuera y seguros de nuevo. Tijuana es mejor ahora, dicen que el crimen comienza a alejarse y es más seguro para sus habitantes, pero para un periodista es muy peligroso. Actualmente, México se encuentra entre los países más peligrosos para estar. «Cuidado amigos”, comenta en entrevista desde Tokio James Whitlow, uno de los destacados fotoperiodistas que estarán participando en el Taller de Fotoperiodismo Foundry (FPW por sus siglas en inglés) el próximo julio en la Ciudad de México. Whitlow platicó de su trayectoria, intereses y planes como instructor en FPW.
¿Cómo comenzaste a hacer fotos?
Mi idea hace algunos años era hacer fotos hermosas, de hecho comencé haciendo fotografía de moda en Nueva York. Tal vez la conexión no sea obvia, pero quise convertirme en fotógrafo por influencia de mi generación previa, la de Robert Frank, Irving Penn y Richard Avedon y lo que estaban haciendo en retrato y moda, así que fui a Nueva York y Los Ángeles para trabajar como asistente de algunos de ellos, incluida Annie Leibovitz, y aprender. La más grande lección que recibí fue tomar buenas fotografías todo el tiempo, sin excusa, y prepararme para ello. Es algo que aún utilizo en el fotoperiodismo.
¿Cómo transitaste de la moda al documental?
Hay muy poca distancia entre la fotografía de calle y el fotoperiodismo o la foto documental. Sin darme cuenta, poco a poco me fui moviendo de la foto de moda a lo documental. A mediados de los ochenta comencé a trabajar con la fotografía de moda y en 1993 me mudé a Japón por unos meses para luego ir a Milán y continuar, pero decidí que quería quedarme a contar historias con fotos y si no funcionaba intentaría otra cosa, pero tuve mucha suerte. En ese momento Japón comenzaba a posicionarse como una nueva potencia mundial y China se le acercaba, así que estuve en el lugar y tiempo correctos y la cosa funcionó. Para el 2000 mi fotografía documental ya había madurado.
¿Qué temas han marcado tu trayectoria?
Tengo un especial interés en los temas relacionados con el medio ambiente y también aquellos relacionados con los derechos humanos porque van de la mano. En la mayoría de los casos en que se violan las normas para el medio ambiente también hay violaciones a los derechos humanos. En el tiempo que llevo viviendo en Asia (James ha vivido por 23 años en Japón) he documentado daños al medio ambiente como nunca había ocurrido en la historia. Por ejemplo, en China la industria ha llevado a arrasar tierras para convertirlas en plantaciones de palma de aceite. Talan los bosques, obtienen ganancias y luego los convierten en plantaciones, mientras los pueblos originarios que han vivido por más de un milenio ahí son desplazados y sus tierras usurpadas. Esto también ocurre en Guatemala; en Malasia e Indonesia la escala industrial es aterradora.
¿Cuáles son los desafíos del trabajo documental?
Mi trabajo en lugares como China me hace tener el cuidado de decirle a la gente exactamente lo que hago porque podrían atacarme. He estado en Medio Oriente y en Yemen casi me secuestran, así que no es un trabajo fácil; a veces a la gente no le gusta lo que haces y hay que ser cuidadosos con la manera de trabajar para no meterse en problemas. A pesar de que he tenido mucha suerte no siempre me he salvado. Esta última vez que estuve en Tijuana intenté acercarme a un coyote que en realidad ni era un coyote, ni se sintió muy feliz de que me acercara a preguntarle cómo estaba. El hombre realmente estaba enojado, así que sólo comenté que buscaba a un amigo, di su nombre y se retiró. Es algo que pudo pasar en cualquier lugar, en Nueva York o donde sea, por eso debes tener respeto y ser cuidadoso y siempre intentar leer las emociones e intenciones de la gente.
¿Qué harías en un contexto tan complicado para el periodismo como el mexicano?
Vaya, es una pregunta complicada. Un tiempo cubrí el tema de los cárteles en la ciudad de mi familia, San Diego, pero nunca busqué meterme en problemas porque evidentemente ahí también estaba mi familia. Trabajaría de la misma manera que hice en China: lo más rápido y discreto posible, como un extranjero que en cualquier momento podría salir de ahí. Si un cártel te secuestra podrían hacer contigo lo que quisieran y eso es algo que te concierne únicamente a tí o a cualquiera trabajando el mismo tema.
¿Cuáles son tus planes para Foundry?
Básicamente mi propósito es acompañar a los alumnos y mirar cómo mejoran sus fotografías. Es muy importante que cada quien elija sus propias historias, porque es algo que como profesionales debemos hacer. Yo no les diría “creo que debes cubrir este tema en tal región”; cada quien escoge su historia y yo les ayudo a contarla, darle unidad y preguntarse cómo hacerlo de una mejor manera para que continúen en el futuro, por lo que también me mantengo en contacto con ellos. En una palabra, me interesa ver que mejoren, que logren contar una historia completa y que logren sobrepasar sus propias limitaciones.
¿Cualquiera puede hacer fotoperiodismo?
Sí, si eres curioso, tienes una gran tenacidad, no te rindes y te interesan las personas que hacen que el mundo funcione. Creo que cualquiera podría ser un contador de historias o periodista en cierta forma. Ser un buen fotoperiodista o escritor —depende de cada quien— requiere además de una pasión extra porque es particularmente complicado. Hay muchos altibajos y se requiere una pasión tremenda para mantener el interés
¿La fotografía documental puede ser considerada como arte?
Si está hecha de la manera correcta puede trascender cualquier superficie. Creo que puede ser muy elocuente y puede tocar puntos y emociones en nosotros que quizá no conocíamos. Absolutamente creo que puede trascender la historia y hablarnos de la humanidad, lo cual en sí es una definición del arte.
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