LA FOTO DE CADA AÑO. GALERÍA DE IMÁGENES
Por Carolina Romero
Diez minutos de juegos pirotécnicos iluminaron el cielo, luego de que el presidente dio el Grito de Independencia; después, el zócalo capitalino se llenó de oscuridad. Desde un balcón de oficina, en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, las miles de personas que ocupaban la plancha parecían moverse como hormigas agitadas. Todos caminaban hacia las diferentes salidas que los llevarían a la fiesta, al bar más cercano, al metro o a sus casas. Quién sabe.
La imagen estaba clara, desde aquel balcón todo se veía como la típica foto de cada año en portada de periódicos. Una foto que no dice nada más allá de espectáculo y multitudes. Pero en las particularidades de la fiesta del zócalo es donde están los contrastes de lo que significa patria para cada uno de los mexicanos.
Apenas horas antes, las filas para entrar al zócalo eran tediosas y largas. Varias personas se despidieron de sus perfumes, encendedores, plumas y paraguas, antes de poder entrar al lugar. Una cateada rápida y estabas dentro. Recibir el impermeable, la torta y el agua para poder empezar a vivir la fiesta.
Los niños estaban montados en los hombros de sus padres para poder ver cantar a Lucero y después a María José. Chicas y chicos se tomaban fotos con las botargas de Hidalgo, Allende y Josefa Ortiz de Domínguez, también con cualquiera que fuera disfrazado de mariachi, bigotón o insurgente. Las cámaras de televisión grabaron a las señoras que bailaban alegres el ‘Noa Noa’, mientras la imagen de Juan Gabriel adornaba el escenario del concierto. Sí, todavía Juan Gabriel.
Al final, estas postales de la fiesta de independencia –como la mayoría de los eventos que se miden en número de asistentes– quedaron reducidas a tantos miles, entre acarrearnos y no acarreados, que llenaron el zócalo. Tantos miles que le gritaron ‘culeeeeeero’ al señor presidente en cuanto pisó el palco de Palacio Nacional. Otros tantos miles que callaron a esa multitud con un alentador ‘¡Viva Peña!’. Y tantos miles más que, seguramente, sólo fueron a ver a la Tra-ka-lo-sa de Monterrey o los esperados fuegos artificiales.
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