LA ALQUIMIA DEL COLODIÓN

Por María José Martínez

El algodón pólvora es tan volátil que un sólo gramo puede producir una flama de 30 centímetros si se acerca al fuego. Sin mencionar el ácido nítrico y el sulfúrico, dos sustancias tóxicas, corrosivas y en extremo peligrosas si no se manejan con cuidado.

Si se mezclaran en cantidades imprecisas, podrían producir quemaduras severas en el cuerpo de la persona que manipulara la mezcla. ¿Quién mezclaría, en su sano juicio, tales ingredientes como si se tratara de la receta de un caldo? ¿Lo haría un científico? ¿Alguien experto en explosivos? O más bien, un alquimista.

A menudo, la alquimia es citada como la práctica medieval cuya búsqueda exhaustiva estaba dedicada a convertir cualquier elemento en oro, en específico el plomo. Los alquimistas, practicantes de la magia, anhelaban encontrar la piedra filosofal para realizar esa transmutación de elementos. Como disciplina espiritual, filosófica y mística, la alquimia todavía es doctrina de algunos intrépidos en México, en donde los fotógrafos de procesos antiguos buscan la piedra filosofal en el conocimiento detrás de la técnica del colodión húmedo.

Rescatar este proceso del olvido es tarea de colectivos como el de los Alquimistas Contemporáneos, quienes realizan talleres en la Fototeca de Zacatecas.

Adaptar cámaras tipo Polaroid para recrear un proceso inventado en 1851 por Gustav Le Gray… la idea fue de Sergio Mayorga, director de la Fototeca. Hacer un colodión cual consiste en bañar una placa de vidrio con una especie de barniz grasoso de tono amarillento para lograr fijar una imagen. El colodión es ese barniz y al secarse tiene una textura plástica. Se le nombra «húmedo» porque la placa debe permanecer así durante todo el proceso, desde que se toma la fotografía hasta el revelado.

Este proceso requiere concentración y tolerancia, pues para preparar únicamente la mezcla que resultará en el colodión tienes que invertir tres horas agitando, agitando y agitando.

La repetición en el agitado es porque el algodón pólvora tiene que disolverse. Previamente, se tritura, con ayuda de un mortero, el ácido sulfúrico y el nítrico en un polvo inmaculado parecido a la textura del azúcar glass.

Finalmente, se debe dejar reposar el colodión al menos 24 horas antes de utilizarlo. Cuando la mezcla se divide y se observa en ella una especie de pasta blanca que yace en el fondo del frasco contenedor, está lista para usarse.

Después de exponer el colodión húmedo, el fotógrafo debe cuidar que esté húmedo todo el tiempo; el proceso no concluye ahí, le sigue la fase de revelado, lavado, fijado y secado, por último es necesario pulirlo cuidadosamente con algodón para quitarle las manchas para lograr ese aspecto aperlado que da la plata.
Hay que ser cuidadoso, porque puedes hacer el proceso perfectamente, pero si en cuanto sales la luz se modificó o pasó una nube y cambió la exposición, tienes que volver a empezar… hay que limpiar y limar el vidrio, emulsionar y preparar el enfoque de nuevo.

Horas de inversión a cambio de una placa de vidrio procesada como colodión húmedo, una técnica casi olvidada que hoy en día sólo se ve en museos. Hacer un colodión es regresar a los años 1800, a la época en donde la fotografía no consistía en sólo hacer clic, pues el amor a la imagen estaba ligado a la espera de un resultado inesperado.

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Colodión húmedo realizado por © Isabel Mateos en la Fototeca de Zacatecas
 

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