LA IMAGEN HABITA EN LA MENTE, NO EN LA CÁMARA
Oriundo de Aguascalientes, el fotógrafo Jorge Camarillo decidió atender una “necesidad expresiva” que no hallaba satisfacción con los modos “fáciles” que ofrecía la industria para hacer fotografía, por lo que desde hace quince años decidió experimentar con procesos fotográficos como el heliograbado y, de forma más reciente, con el colodión húmedo en su modalidad de ferrotipo, usando casi siempre cámara estenopeica (“cámara natural”, como él prefiere llamarla). La razón de esta práctica, asegura es que “no se trata sólo de generar imágenes, sino de experimentar, de vivir”.
La platica con Camarillo dejó clara su postura a favor de la libertad plena en la experimentación artística “sembrando el conocimiento de las técnicas artesanales de la fotografía” (Cuartoscuro 109).
Pero Camarillo se cuida de caer en romances o ser mal interpretado: “No los busqué (a los procesos artesanales) como un acto de rebelión ante la cuestión digital, gracias a lo digital esto existe; no hay acto de rebelión y tampoco de nostalgia por el pasado; sus prácticas están vigentes; hay una consciencia del grado de expresividad que tiene cada una de las técnicas”.
A pesar de su razón primera, Camarillo no evade referirse a la mercantilización como un fenómeno que “ha venido facilitando el proceso fotográfico pero que ha implicado que se dejen de hacer cosas; se va muriendo el interés de ponerlas en práctica, pero ahí están”.
Además de ser un paciente experimentador, Camarillo es profesor en la Universidad de las Artes de Aguascalientes, por lo que con toda autoridad refiere que ese mismo proceso de mercantilización, del que se deriva la “guerra de marcas que ofrecen constantemente nuevos productos”, ha hecho más compleja la educación fotográfica: “No existe una cámara sencillita, donde puedas enseñar al alumno la mecánica de la fotografía, se pierden en un mundo de botones y cuando llegan a clase, todos traen un modelo distinto, y esperan que sepas donde está un determinado botón en cada uno de los modelos”.
Sobre el problema educativo abunda: “No es la falta de infraestructura el problema, sino el cómo difundir la cultura, la educación artística en los primeros años, el contacto y la sensibilización con el arte. Todos tenemos un potencial artístico —no me refiero a que todos tengamos que ser artistas—, porque si bien no somos creadores sí somos espectadores, pero muchas personas no tienen ni acceso a eso. Los universitarios llegan con unas deficiencias tremendas, y se les atañe “falta de interés” en lugar de hallar los medios para que adquieran la experiencia que les haga crecer de forma rápida y se interesen”.
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Mil felicitaciones a todos los fotógrafos Aguascalentenses que aparecen en esta publicación … Me da muchisimo gusto conocer grandes obras y maestros de mi querido estado.
Soy una joven periodista que inicia en los lares de la foto.. amo este oficio y es muy gratificante para mí ver que hay referencias Aquicalidenses las cuales puede uno seguir..
Reitero mis felicitaciones y ojalá nos puedan mantener al tanto de sus publicaciones obras o talleres Muchisiimas Gracias !!! 🙂
hola jorge!!!!!!!me encanta trabajar con vos…..por la sensibilidad que tenes………..!!!!hermosa foto…gracias por publicarla!!!beso grande!!!
Jorge tiene una capacidad creativa sin limites el a incursionado en estos prosesos desde hace mas de 10 años y con esto encontrando los prosesos antiguos exprimiendolos al maximo es por eso que tiene estos resultados exquisitos en sus imagenes plasmadas en la plata. muchas felicidades a Jorge y que siga con este empuje en el espacio de la imagen. Felicidades Jorge de tu gran amigo Rolando Diaz.
El estenopo es la mirada de este maestro de la cámara oscura que con la sublime sutileza captura «imágenes que habitan en la mente»con gran certeza y una gran capacidad del encuadre este fotógrafo hace renacer procesos fotográficos como el heliograbado y, con el colodión húmedo en su modalidad de ferrotipo, métodos antiguos que le dan una certera mirada al pasado retomando las escenas modernas, llevándonos a extremos paralelos, en donde lamente colapsa para desbordar la mente.