Imagen de ayuda humanitaria
Por Daniel Goñi
Hace 100 años Cruz Roja Mexicana ofrecía su primer servicio. Las torrenciales lluvias ocasionaron el desbordamiento del río Santa Catarina en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, lo que dejó miles de damnificados.
Una mujer emprendedora y de profunda sensibilidad humana, Luz González Cosío de López, viajó con un grupo de voluntarios desde la Ciudad de México a la zona de la catástrofe para asistir a los damnificados y brindarles apoyo. Ese fue el primer antecedente de ayuda.
A través de los años, Cruz Roja Mexicana ha asistido a la población en los momentos más difíciles. La Revolución Mexicana, la erupción del volcán Paricutín en 1947 en el estado de Michoacán o el sismo de 1957 que derribó al Ángel de la Independencia son sólo algunos ejemplos.
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El terremoto de 1985, fue el antecedente para constituir lo que hoy es la protección civil en nuestro país. Las y los voluntarios trabajaron conjuntamente con los civiles para ayudar en medio de la tragedia.
Hoy Cruz Roja Mexicana está más preparada para los nuevos desafíos: la aparición del virus de Influenza AH1N1, potentes huracanes y la presencia cada vez más constante de sismos.
Tras un siglo de asistencia la búsqueda de sumar fuerzas, tender puentes, informar y fortalecer la disciplina y capacitación de nuestros voluntarios, socorristas, enfermeras y médicos continúa…
Les comparto mi poema, destinado a conmemorar los 70 años del nacimiento del hermoso coloso purépecha:
PARICUTIN
“¡Ay, Señor de los Milagros, . . . soy uno de tus milagros!”
Se reventaron las tripas
de la tierra incandescente,
se nos tiznaron las milpas,
Volcán, coloso inmanente.
De natura fue el encono,
fragor de pirekua, tono,
nació un cono muy humeante,
¡P’urhépecha, rey vibrante!
No hubo pena, ni castigo,
déjenme, les cuento y digo:
Tata Dionisio Pulido,
te lo juro, yo no olvido.
Que tú asististe a mi parto,
de la mente no te aparto,
¡si temblaste junto a mí,
si viste como surgí!
Con mis fumarolas prietas,
huaraches pisaron grietas,
sobre un anafre, . . . se sufre,
percibiste olor a azufre.
Espanté tus sentimientos,
¿recuerdas mil novecientos?,
año del cuarenta y tres,
del mundo fui el interés.
Convoqué a muchos famosos,
fotógrafos y curiosos,
vulcanólogos, pintores,
poetas de mis amores.
De Angahuan, hijo adoptivo,
grandioso, superlativo,
michoacano por derecho,
Meseta, mi dulce lecho.
En geología soy hazaña,
magma, piedra de obsidiana,
mineral, vapor ardiente,
un fantasma gris latente.
He suavizado el carácter,
exhalo por ancho cráter,
sigo activo, visitado,
mi lava no se ha acabado.
Soy turismo, panorama,
de económica derrama,
nunca quedaré a la zaga,
soy cirio que no se apaga.
San Juan Viejo, iluminado,
¡milagroso Dios, amado!,
enterrado oficias misas,
a ti brindo mis cenizas.
Por joven, sigo creciendo,
Nana Cueráperi, entiendo,
¡soy tu entraña, soy tu herencia,
corazón, fuego, . . . tu esencia!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., 20 de febrero del 2013
Dedicado a Don Guadalupe Trigo (QEPD)
Reg. SEP Indautor No. 03-2013-051712171201-14