Fui modelo, pero yo quería estar del otro lado: un vistazo a la vida de Paulina Lavista
Fotos por Pedro Valtierra y Denisse Hernández
Con un cigarro en la mano que tarda varios minutos en encender, Paulina comienza a contar anécdotas carentes de orden cronológico, detalle que queda en segundo plano cuando la riqueza de la charla se concentra en la cantidad de personajes a los que hace referencia y llama amigos o colegas. -Mi vida es tan larga e intensa que una entrevista no basta -, dice la fotógrafa Paulina Lavista mientras busca en la sala de estar uno de sus textos publicados en El Universal. En esa misma sala es donde pasó sus tardes de niña, rodeada de grandes figuras de la pintura, la literatura, la música y el cine, pues su padre Raúl Lavista, de quien se declara admiradora, fue músico, director de orquesta y reconocido compositor del cine mexicano.
Entre risas llenas de recuerdos, Paulina habla con, el también fotógrafo, Pedro Valtierra sobre algunas de sus vivencias con los pintores Rafael y Pedro Coronel, Juan Rulfo, Dolores del Río, Manuel Felguérez, Octavio Paz, Pedro Infante, con su marido el escritor Salvador Elizondo, con quien compartió 37 años de su vida y otros personajes de la historia mexicana de mitad de siglo XX. -A mí me cargaba Pedro Infante de chiquita, venía a ensayar con mi papá para su película Sobre las Olas (1950) y mi abuela se emocionaba porque entraba a la cocina a pedir un vaso con agua. Tuve una infancia maravillosa de la que todavía me alimento-.
Tal vez mencionar todos estos nombres parece innecesario, pero, para entender el trabajo de Lavista, hay que echar un vistazo a sus influencias, a quienes, tal vez de manera inconsciente, la guiaron al mundo del arte y le transmitieron esa sensibilidad que caracteriza a sus fotografías. La autora del icónico retrato de Jorge Luis Borges en Teotihuacan menciona a su madre Elena Pimienta Gómez, pintora conocida como Helen Lavista, como otra de sus inspiraciones.
Paulina nació en la Ciudad de México el 18 de junio de 1945 y desde muy pequeña supo que no le gustaba la escuela, por ello decidió trabajar en el mundo del modelaje para aportar dinero a su casa, aunque nunca lo disfrutó, pues la inquietud de ser ella quien sostuviera la cámara cada vez era más grande. -Fui modelo, pero yo quería estar del otro lado. Como aquí no había dónde estudiar fotografía, entré al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, pero sin papeles porque no tenía certificados-.
Inició como ayudante de producción mientras era estudiante y al poco tiempo trabajaba con el puesto de productora en Fando y Lis, la primera película de Alejandro Jodorowsky. -Me dijo Jodorowsky: “consigue doce gordos que se encueren para el lunes y unas víboras”. Era muy joven, no sabía nada de eso, pero pedí tips y aprendí muy rápido-.
Mientras más se involucraba en producciones cinematográficas, Paulina reafirmaba su objetivo de ser fotógrafa, aunque no fue hasta los 23 años que pudo hacerse de su propio equipo: una Nikon F con un lente 85 mm, que compró con parte del salario que ganó coordinando la parte visual de los Juegos Olímpicos de 1968. -Alberto Bojórquez me prestaba su cámara en ocasiones, pero tenía que ir conmigo para cuidar su equipo, una vez que tuve mi propia cámara fui la más feliz-.
Después de un breve recorrido por los salones de la casa que perteneció a sus padres y ella misma ayudó a construir, nos encaminamos a la habitación que resguarda el archivo fotográfico de Lavista. Mesas y estantes repletos de transparencias, publicaciones donde han aparecido sus fotografías e impresiones en plata gelatina y digital. Paulina se acerca a un librero y toma un pesado álbum lleno de recortes de periódicos y revistas donde publicaban sus fotografías o exposiciones, como aquella que se inauguraba en noviembre de 1970 en la Galería del Palacio de Bellas Artes.
Entre los archivos aparece una fotografía que crea un ambiente nostálgico: un retrato en el que aparecen los fundadores del periódico unomásuno en 1977, en el que Pedro y Paulina trabajaron. Aunque el zacatecano se uniría al equipo hasta el año siguiente, no pudo evitar recordar con cariño a todos los compañeros que reconoció en esa imagen, y fue ahí que reafirmé el valor que tiene la fotografía al lograr transportarnos a otro momento, hacernos sentir ahí de nuevo aunque sea por unos segundos.
Intentar abarcar la vida y obra de Paulina Lavista en una sola entrevista es imposible, como ella misma lo dijo, este relato es apenas un pequeño acercamiento a la fotógrafa, productora, artista plástica y escritora que ha dedicado toda su vida al arte. En una charla casual con Pedro Valtierra pude descubrir a una mujer rebelde, culta, divertida y de memoria envidiable que aún tiene muchas historias por contar.