FOTORREPORTAJE. LA VIDA LEJOS DEL CIRCO
Por Carolina Romero
Fotos: Diego Simón Sánchez/ Cuartoscuro.com
Alejada del escenario en donde solía hacer su show circense, de los aplausos y las caricias de sus dueños, Rosy descansa sobre un montón de paja en su dormitorio, ahora en el BioParque Tizayocan. “Apática”, así la describe su cuidadora. A pesar de ser dócil con las personas, la osa tiene conductas que revelan que extraña su vida en el circo.
Rosy es sólo uno de los 1091 animales que fueron liberados de los 199 circos del país en julio de 2015, cuando entró en vigor la Ley General de Vida Silvestre, impulsada por el Partido Verde Ecologista de México y activistas a favor de la protección animal. Se habló de “liberar” a los animales del maltrato, de proteger sus derechos y de sacarlos de los circos que los habían “extraído de su hábitat natural”… pero poco se discutió sobre su destino inmediato.
El cautiverio de los animales de circo, así como su manejo, condicionó su conducta, la cual no corresponde a un animal silvestre. Es por esto que el acondicionamiento que sufrieron al ser extraídos de su rutina cotidiana en los espectáculos circenses los deprimió y estresó en su mayoría, a tal grado de causarles pequeñas enfermedades o conductas apáticas.
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La realidad es que la mayoría de los animales circenses no fueron “extraídos” de su hábitat natural, pues nacieron y se criaron en cautiverio. Condición que no los vuelve aptos para ser reintegrados en hábitats silvestres, y que conlleva una adecuación dentro de cualquier centro o zoológico al que pudieron ser enviados.
“Todos estos animales nacieron en cautiverio, no fueron extraídos su hábitat natural. Lo que hacía la publicidad de esa ley fue vender la idea de que todos los ejemplares de circo iban a ser liberados. Y de hecho, ninguno de los animales de circo fue liberado”, añade la veterinaria del BioParque Tizayocan, Nayeli Padilla.
Lo que fue un tiradero de basura en Hidalgo, hoy es un proyecto de educación ambiental que recuperó a más de 90 animales provenientes de siete circos, a los cuales se les adecuó un hábitat dentro de las 10 hectáreas que conforman al segundo Centro Nacional de Rescate Animal.
“Ninguno de ellos presentó signos de maltrato”, dice Padilla. Por el contrario, sus domadores aún los visitan y uno de los cirqueros los entregó con lágrimas en los ojos. “Parecía que le estábamos quitando a sus hijos”, comenta Juan Núñez, Presidente Municipal de Tizayuca.
La población animal, conformada por ejemplares como papiones, dromedarios, camellos, llamas, pumas, tigres, osos y monos araña, se recibió en buenas condiciones. La tarea de sus nuevos cuidadores consistió en adaptar dietas, tratar las enfermedades y el desgaste físico —que no maltrato— que padecían los animales debido a su edad o a sus rutinas de entrenamiento y espectáculo.
“Los ejemplares tienen que enfrentar un proceso de acondicionamiento que se les da como terapia ocupacional y condicionamiento. Acá les costó adaptarse a no tener cierta actividad y estar lejos de su rutina diaria, pero eso se complementa con la actividad motora y conductual, que sirve para recuperar conductas naturales que se perdieron con las conductas sociales que aprendieron del cautiverio”, añade la bióloga del BioParque, Marisol Rodríguez.
La ley establecía un registro de los animales de circo ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, así, los animales podían quedar a disposición de zoológicos y Centros para la Conservación e Investigación de la Vida Silvestre. Sin embargo, la ley también estableció que los dueños de los animales tenían la libertad de vender, donar o conservar a sus ejemplares, siempre y cuando les garantizaran un trato digno.
“Los sacaron a la calle y nadie se preocupó por ver a dónde los iban a llevar. La situación económica por la que pasaban los cirqueros por el cierre de sus empresas, los obligó a vender al mejor postor”, explica Padilla.
Es decir que su vida era mejor con golpes, mudanzas en jaluas de 2×2 o menos, no tener libertad para caminar o correr.
Por favor, dejen su lado político, y avancemos, pocos países en el mundo de primer mundo (o no) los tienen prohibidos, hubieran hecho un reportaje de como estaban antes, en el circo, como vivían ahí… ah no, ahi no había interés político de por medio…
Hola Joahana. Apreciamos tus comentarios. Cuartoscuro no persigue intereses políticos de ninguna índole; nuestra misión es difundir la imagen mexicana de calidad.
Hola, buen reportaje. Creo que no hay tintes políticos. Se critica el hecho de que fue una política popular que no se pensó en sus últimas consecuencias, y por supuesto que estoy de acuerdo que no era necesario tener a los animales desde el principio pero se debió de haber hecho un programa más completo de reubicación como se hubiera hecho en un país primermundista.
Saludos!