EL INSTANTE SUBTERRÁNEO
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Ahí están, congeladas en un salto, en uno de esos interminables giros que dan sobre las puntas, de cabeza y con las piernas perfectamente alargadas. Las bailarinas que retrata Édgar Olguín comparten su danza en un escenario bastante alejado de los telones de teatro y las presentaciones de danza cotidianas, es más bien un lugar sui géneris y conocido hasta la médula por los ciudadanos capitalinos: el Metro de la Ciudad de México.