Conoce el trabajo de Daniel Aguilar, alumno del taller Cuartoscuro
Entre Lobos y Perros es el nombre de este portafolio
Fotos y texto: Daniel Aguilar Hernández
Alejandro lleva su identidad por dentro y por fuera: el canis lupus ha sido fundamental en su vida. “Desde la primera vez que experimenté el acercamiento con un lobo, verlos como son, marcó mi vida. Saber que esa es tu esencia; yo pertenecí a esta misma manera de crecer y pertenecer a la naturaleza. Tenemos conductas similares, hay un clan que es como una familia. Te das cuenta del valor que tiene el jugar diferentes roles para desenvolverte en una estructura social”. Por supuesto, los lobos y los perros tienen una relación cercana que Alejandro constantemente vive y atestigua.
Alejandro Becerra ha dedicado 32 años al estudio y entrenamiento de perros en México y el extranjero. Su primer acercamiento con animales fue a temprana edad con palomas mensajeras y posteriormente con halcones de caza. Aunque se concentró en una especie completamente distinta, el adiestramiento de aves inspiró su forma de entrenamiento canino.
“Es imposible entrenar a un halcón pegándole o gritándole. Entendí que los mismos principios podían ser aplicados a los perros. Cambié mi estilo de entrenamiento a uno más humano”.
En su actividad profesional como entrenador de perros de casa, Alejandro se ha dado cuenta de que ellos son quienes requieren menos aleccionamiento. “La verdad es que los humanos son quienes necesitan entrenamiento. No, eso sonó mal (ríe). Entreno a los perros y capacito a los humanos”.
Alejandro también entrena a sus propios perros para desempeñarse en tres áreas específicas: agilidad, guardia, protección y obediencia, para búsqueda y rescate.
“Cuando la gente me ve entrenando con Jorvik me dicen que ni parezco su entrenador”. Probablemente, eso se debe a que Alejandro disfruta mucho su trabajo, que en gran parte se trata de resolver conflictos. “Un perro reactivo busca el conflicto. Un perro tranquilo presenta un estado emocional equilibrado”.
Alex es un pastor holandés en transición de cachorro a adulto, lleno de energía para trabajar y, sobre todo, jugar. Está volviéndose un elemento importante en la jauría liderada por Alejandro, quien se ha encariñado con él. “A los entrenadores nos enseñan que la primera regla es: no te encariñes. No se puede”. Para Alejandro, los perros son más que mascotas o trabajo.
“Yo te puedo decir que, mis perros, si algo me han salvado es que no me dejaron caerme porque tenía responsabilidades por cumplir con ellos. Ahí me di cuenta del valor del grupo”.
Hay un aspecto sanador que Alejandro ha encontrado en su jauría, especialmente en los momentos más difíciles de su vida. “Pasé por situaciones complejas durante 7 años. Por mis problemas, tuve que separarme de una perra que quería mucho. A la perra le dolió mucho. Fue ahí cuando dije que no podía seguir así”.
Inclusive, Alejandro encuentra aprendizaje y tenacidad en los perros, que aplica a su propia vida. “Cuando empecé a pasar por mi periodo de estrés, algo que me ayudó mucho fue ver la entereza del perro para poder reestructurarse. Pasan por un periodo de duelo y después siguen adelante por su instinto de supervivencia. Las personas muchas veces lo negamos por comodidad. El instinto de supervivencia se activa cuando hay necesidades prioritarias, como restablecer lazos con nuestros pares”.
La vida de Alejandro y de muchos de nosotros se enriquece invaluablemente a lado de nuestros perros. Que siga siendo así.