COMO SI NO FUÉRAMOS ANIMALES
El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales
Arthur Schopenhauer, filósofo
Por Ana Luisa Anza
Encerrado en el transporte que habrá de llevarlo —probablemente— a su último destino, mira hacia afuera, como para retener su paso por el mundo. Un paso que no es el suyo, tan natural, en contacto con la tierra, libre, sobre patas y no sobre llantas. En su mirada se reflejan ¿otras jaulas? ¿más camiones? Allá irán otros como él, sin saber a dónde. Sin saber por qué.
No podemos ver su cuerpo, pero lo imaginamos apretujado, quizá inmóvil por la presencia de otros o, peor aún, atado de patas para evitar problemas al interior de una caja que limita su espacio durante horas eternas y corta de tajo su deambular por el mundo. Y, ¿por qué habría de ser distinto? Así, apretados y amontonados, como si fueran cosas —y como si nosotros mismos no fuéramos también animales—, van los cerdos como mera mercancía, a merced de quienes no se han detenido un segundo a pensar en el sufrimiento de su viaje.
Más allá, constreñido a los centímetros que le permite una jaula de alambre, un pollo ya desfallecido intenta alimentarse. Ha estirado tanto el cuello que, en su cansancio, deja ver no sólo la superficie desgastada y libre de plumas, sino la tortura a la que está sometido.
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