AUTOR DE LAS IMÁGENES DE LA DECENA TRÁGICA
Mejor conocido por su trabajo como cinefotógrafo en películas de Jorge Stahl y Julio Bracho, además de filmar las escenas de La banda del automóvil gris, el más reciente libro de la historiadora Rebeca Monroy, revela el trabajo de Ezequiel Carrasco como fotoperiodista de la Revolución Mexicana, y lo señala como autor, hasta ahora ignorado, de algunas imágenes de la Decena Trágica (1913).
La indagación detrás de esta nueva publicación, comenta la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), plantea en cierto modo una premisa que han ido develando otros historiadores de la fotografía de la Revolución, y que señala la influencia que tuvo ésta en el imaginario internacional, antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, con su consecuente cobertura mediática, particularmente fotográfica.
Todos estos estudios, algunos escritos por Ariel Arnal, John Mraz, Samuel Villela, Miguel Ángel Berumen, Marion Gutreau y la propia Rebeca Monroy, entre otros, confirman que «la fotografía mexicana viajó al exterior y fue publicada en revistas norteamericanas, francesas e inglesas. Se trata de imágenes que invadieron la cotidianeidad e instantaneidad en el movimiento, que influyeron en el imaginario europeo y estadunidense antes de la Gran Guerra, en 1914.
«Contrario a lo que se piensa, la fotografía mexicana fue piedra angular en el imaginario al exterior, y no debe dudarse que fotógrafos como Edward Weston o Tina Modotti llegaron a nuestro país con cierta influencia y rescataron a su vez una textura visual que circuló también hacia afuera. En ese sentido, se creó una dialéctica de la imagen, es decir, de cómo va y viene la fotografía».
Ezequiel Carrasco. Entre los nitratos de plata y las balas de bronce, sexto título que se publica dentro de la serie editorial Testimonios del Archivo (INAH-Sinafo), muestra a este fotógrafo como uno más de los autores de la imagen de la Revolución Mexicana, en especial mediante la cobertura que hizo del llamado «Cuartelazo» —encabezado el 9 de febrero de 1913 por Félix Díaz—, y de los días siguientes que concluyeron con el asesinato del presidente Francisco I. Madero.
En febrero de 1913, una semana pasado el suceso, las tomas de Ezequiel Carrasco circularon ampliamente en el medio de comunicación Revista de Revistas, complementadas con una crónica de José Juan Tablada, quien la redactó desde su casa en Coyoacán, atendiendo a reportes telefónicos. Esto hace que no necesariamente haya una correspondencia entre el reportaje fotográfico y el escrito.
El hecho de que las fotografías aparezcan con el nombre de Ezequiel Carrasco, es lo que permitió a Rebeca Monroy Nasr, especialista de la Dirección de Estudios Históricos, del INAH, establecer la autoría de esas imágenes cuyos originales, sin identificación, se encuentran en el Archivo Casasola de la Fototeca Nacional. De manera que estas imágenes ya pueden ser acreditadas.
Sobre el tratamiento que dio Revista de Revistas a los sucesos de la Decena Trágica, Rebeca Monroy explicó que en un principio los artículos tenían «un tono de apoyo claro al maderismo, luego una notable perplejidad y enojo, y finalmente, conforme las circunstancias se endurecieron y derribaron al régimen, se percibía cómo mostraban el rostro de la dictadura de Victoriano Huerta. Al parecer, no tuvieron opción ante el nuevo estado de las cosas.
«La secuencia de los hechos, narrada a modo de crónica textual y visual, permite valorar la participación de Ezequiel Carrasco, quien aprehendió esa realidad dramática, contradictoria e inefable, gracias al ojo historicista de su cámara».
En las imágenes capturadas por Carrasco se puede observar al entonces presidente Madero llegando a Palacio Nacional, poco después de iniciado el levantamiento felicista; así como dando el que sería su último discurso en el balcón de la Fotografía Daguerre, donde aparece acompañado de quienes a la postre se convertirían en traidores, entre ellos, Victoriano Huerta.
Civiles muertos y prestando ayuda, la Fábrica Nacional de Armas ocupada por las fuerzas felicistas, generales posando a la cámara, retratos de artilleros y de cadáveres calcinados, bomberos sofocando el incendio del diario Nueva Era, y una panorámica —muy difundida— mostrando los destrozos en la esquina de Juárez y Balderas, donde pasan osada y parsimoniosamente algunas personas, son parte del registro visual que hizo Carrasco.
De acuerdo con Rebeca Monroy, esta serie también permite identificar una etapa de Ezequiel Carrasco en su evolución como fotógrafo. Como muchos de sus colegas, además de fotógrafo de estudio, incursionó con gran éxito en el fotoperiodismo, pues era una de las «estrellas» de Revistas de Revistas.
Aunque la técnica, en este caso la cámara fija, impidió a Ezequiel Carrasco otorgar «movimiento» a muchas de las tomas, en varias de ellas se nota su intención de «trastocar» la escena, como dejan ver sus imágenes para la revista taurina La Temporada. Más tarde incursionaría en el cine, un camino que no le fue fácil.
«Cada quien, a su forma y estilo, podrá dar cuenta clara de la interpretación del trabajo de Ezequiel Carrasco. Mucho falta por estudiar su obra, identificar sus transformaciones, analizar sus propuestas, reconocer sus aportaciones en los 60 años que siguieron a su carrera como fotógrafo y cinefotógrafo», concluyó Rebeca Monroy.