ARMANDO SALGADO, LA MIRADA QUE CAPTURÓ EL HALCONAZO
Por Galo Ramírez
Cada página del libro Una vida de guerra, de Armando Lenin Salgado (1938-2018), describe lo que significa ser fotógrafo y los riesgos de asumirse comprometido con su trabajo. Tanto se arriesgó que lo eliminaron… Tan poco valorada fue la labor del fotógrafo oriundo de Guerrero que pocas personas saben que las fotos de los halcones de 1971 son de su autoría.
Hace algunos años, durante la presentación de la reedición de su libro, Armando Salgado platicó que el texto tenía origen en la “insistencia” de su amigo Jesús Ocampo, quien le decía que escribiera lo que le platicaba… hasta que se animó.
Entonces, en entrevista con CUARTOSCURO, consideró que haber logrado las fotos de la guerrilla en Colombia, de los halcones o la de Genaro Vázquez, líder sindical del magisterio guerrerense, no era una cuestión de valentía, sino que “era su trabajo” y lo hacía con gusto porque, afirmó, “un fotógrafo o reportero tiene que buscar la mejor historia”.
Salgado recordó cuando fue a pedir trabajo a la revista LIFE; su primer orden: traer fotos de los plantíos de marihuana. Para esa tarea le pusieron 40 rollos en un escritorio. Sorprendido, los tomó y se encaminó al lugar donde nació, a Guerrero, para hacer su trabajo. Las fotos fueron publicadas a doble página en la revista, incluso llevó tres kilos de mariguana para que no pensaran que eran fotos “construidas”.
Así comenzó una larga travesía por el mundo de la fotografía. Siempre hizo su trabajo como freelance; pocas veces tuvo un salario seguro.
“Cuando quería un buen reportaje me iba a donde estaba lo peor de lo peor, a donde nadie iba. Yo encontraba cosas que valieran la pena, si no se publicaba una foto no pagaban, había que hacer buenos trabajos, tal vez por el mismo deseo de sacar cosas. Todos tenemos un deseo de superación y lo hacemos”.
El trabajo fotográfico de Salgado se desarrolló en el contexto de lo que se ha llamado la guerra sucia en México. Fue en Guerrero donde se dieron las primeras desapariciones forzadas dirigidas por el Ejército. Así, después de que Salgado hizo las fotos de Genaro Vázquez fue perseguido y torturado bajo las órdenes de Miguel Nazar Haro… 10 días bastaron para terminar con la carrera de un fotógrafo comprometido.
“Me retiraron porque ya nadie me dio trabajo, quedé fichado. Ni periódico ni revista. Tenía credencial de LIFE, la revista Por qué no me dio chamba. Cuando Nazar Haro me detuvo, terminó para mí el periodismo”
Al quedar marginado de la actividad periodística, los amigos de Salgado fueron los que le tendieron la mano y, entonces, se dio cuenta de que había otro tipo de fotografía.
Jesús Ocampo, quien en ese entonces trabajaba en Bellas Artes, dispuso del archivo pictórico con el que contaban y Salgado hacía las reproducciones. Confesó que, por un tiempo, La Jornada le daba dinero por trabajos que le pedía, pero que no eran publicados, cosa que no le agradaba.
Salgado era creyente de que uno se debe hacer de sus cosas y decía que lo bueno era que el equipo fotográfico con el que trabajaba era suyo, y siempre se las arregló para revelar o imprimir.