ANTIENTREVISTA CON EL ANTIFOTÓGRAFO, CARLOS JURADO

Por Cynthia Pérez

Carlos Jurado inició con todo en contra. Su producción fotográfica, al margen de las tendencias de la época, le valió ser “congelado” y rechazado en muchas partes y de varias maneras. En la década de los setenta las imágenes valoradas eran las que pretendían documentar y denunciar la desigualdad social de la época. “Yo siempre estuve en desacuerdo con esto. Tengo una postura definida respecto a la vida social y política del país pero eso es algo personal, mi idea del arte es otra”.

Con su antifotografía, Jurado revolucionó el arte de aprehender la luz como parte de una expresión genuina y original que marcó la historia de la fotografía en México.

A sus casi 90 años y bajo la curaduría de César Gonzáles, el Centro de la Imagen prepara una retrospectiva del fotógrafo. Alrededor de 150 piezas, producidas entre 1973 y hasta la década de los noventa conforman la muestra Moléculas del mundo, que podrá visitarse a partir del 25 de agosto y hasta el 6 de noviembre en el recinto de la Ciudadela.

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Antes de comenzar con la entrevista, me comenta sereno: “Dar entrevistas es muy complicado, a veces uno dice cosas que no piensa y yo hago eso, prefiero contestar preguntas en concreto”. Tengo que confesarle que no llevo preguntas concretas, sonríe y me hace una seña que da pie a continuar la conversación.

Entonces, ¿su trabajo consiguió validarse debido a la propuesta técnica que planteó?

A veces me pregunto si sirve de algo lo que he hecho, a lo mejor no sirve para nada, son cuestionamientos personales que me hago a veces. ¿Qué puedo decir de mi propio trabajo? Cada observador tiene un punto de vista distinto sobre la obra de una persona. Me tocó ver que a veces cuando se inauguraba una exposición le pedían al artista que explicara qué quería decir con esa pieza; yo no puedo explicar eso porque el trabajo artístico no se explica con palabras, es el arte mismo el que trata de decir algo.

Una vez hubo un coloquio de foto en Pachuca, la mayoría de los fotógrafos que acudieron decían hacer foto “comprometida”, yo respondía que el compromiso es relativo. Todos los artistas que hacen un trabajo notable que trasciende, aunque no refleje una cuestión social, también estuvieron comprometidos con su propio trabajo, con lo que estaban haciendo. Así entiendo yo el compromiso, no del otro modo en donde tengo que denunciar algo forzosamente, algo que no funciona bien por medio de mi trabajo, eso es un compromiso relativo.

Sobre sus cámaras estenopéicas

Las cámaras para mí son sólo vehículos. La foto estenopeica es de un principio antiquísimo, fue por una coincidencia involuntaria que empecé a trabajar de esta manera y sin querer me volví un poco pionero de un tipo de trabajo experimental en un momento en que la fotografía en México no aceptaba nada que no fuera documental. Me decían: “¡Eso no es fotografía! quién sabe qué es. La foto es documento y debe representar la vida”. Bueno, la foto es muchas cosas más, decía yo. En principio es un proceso físico químico y de allí puedes decir todo lo que tú quieras, aunque ahora es distinto, ya me quedé chiquito, lo digital es otra cosa aunque el principio sigue siendo el mismo.

Ahora ya se habla poco del propio trabajo. Hace muchos años cuando había una inauguración nos juntábamos y hablábamos de los procesos que se utilizaban, intercambiábamos puntos de vista de cómo se realizaba un trabajo técnicamente. Ahora se habla de otra cosa, de dinero, de cuánto vendes… Con el dios maravilloso del dinero es una cosa muy diferente. Hay cambios, y no digo que sean mejores o peores, sólo que hay otros intereses.

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¿Esto será porque cada vez más la producción artística está ceñida a las necesidades del mercado?

Sí, yo me excluí de eso por mi trabajo académico, yo nunca dependí de galerías, ni de la venta de mi trabajo. Viví de mi salario de maestro yeso me dio una libertad absoluta en lo que se refiere a mi producción personal, ya que nunca me he regido por condiciones que imponga el mercado. A mí que no me cuenten cuentos: yo he visto fotógrafos y pintores que están sujetos a los dictámenes y necesidades del mercado. Hay mucha competencia y canibalismo.

¿Qué piensa de la producción masiva de fotografías que se hace actualmente?

Jamás en la historia de la humanidad se habían hecho tantas fotos. Yo estoy a favor de ello. Uno no puede detener el tiempo y el que yo no practique esta forma de trabajo no quiere decir que no entienda su significado y su valor. El mundo va caminando muy rápido, la tecnología es muy vertiginosa y eso es bueno, estamos en un presente digital, en el futuro quién sabe cuál será.

Aun así yo prefiero mis charolitas, mis químicos y mis camaritas viejas porque es la forma que yo tengo para decir lo que quiero, lo otro no lo conozco y soy hasta torpe. No estoy en contra de la foto digital, es el presente y va a ser el futuro. Me parece un absurdo que muchas galerías no acepten obras digitales si este es un proceso que hoy existe y que facilita muchas cosas.

La tecnología es innegable y debe ocupar un puesto en el trabajo de la gente porque es lo que hay. El hecho de que yo no lo haga no determina que no me guste o lo desprecie, sólo que ya tengo mi forma de trabajo muy establecida. No usar una máquina no significa que sea mala, sino que yo soy incapaz. Me pasa hasta con las computadoras, soy torpe para manejarlas.

Ante esta falta de conexión en el ámbito digital, ¿cómo se entera de las nuevas propuestas?

Voy a las galerías en donde se exhiben las cosas, mucha gente me busca y hablo con ellos, me doy mis vueltas, por ejemplo, al Centro de la Imagen, donde hay una sección para los jóvenes, el Fotomuro. Eso me gusta. Yo creo que nosotros ya deberíamos dejarlos en paz e irnos a un rincón porque ya hicimos el trabajo y no debemos de estar molestando a nadie. Si en alguna cuestión puedo ser útil lo hago con mucho gusto.

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¿Qué piensa de la producción de fotógrafos jóvenes en México?

Es muy buena. En México se están haciendo trabajos muy buenos de fotografía y de muchas cosas, a pesar de la crisis económica y política. Hay muchos jóvenes haciendo propuestas valiosas, me gusta ver lo que hacen, me siento muy bien. Yo no tengo preferencias de temáticas, a mí me gusta cualquier forma expresiva siempre que diga algo y que sea hecha con honestidad.

Los jóvenes tienen ya cierta formación que los impulsa a cumplir con estándares y a estar presentes en ciertos espacios dictados por el mercado para que su trabajo sea reconocido. ¿Esto no compromete en cierta medida su producción artística?

Sí la compromete de alguna manera, pero no tengo más que decir sobre ello, nos vamos a meter en un laberinto. El mundo ha cambiado y también los intereses económicos, con implicaciones que afectan todos los órdenes de la vida. Los intereses del mercado son tan profundos, amplios y perversos que a veces que determinan el rumbo que debe seguir un artista. Se puede crear un artista en 24 horas y derribarlo en otras dos, hay empresas que se dedican a esto.

Hace poco estuve en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y vi arte conceptual que yo no entiendo. Debe de ser de un registro tan profundo que yo no tengo la capacidad de entenderlo, por ejemplo: vi dos cáscaras de naranja podridas cosidas con un cáñamo. Esta obra debe ser una profunda concepción de algo impresionante que yo no pude entender. A veces siento que yo soy el incapacitado, así que mejor me fui a ver al Greco y (Paul) Gauguin y a esos personajes que todavía están por ahí, y ahí, al ver sus obras, sí sentí un profundo goce conceptual.

Volviendo a la fotografía, mientras el principio siga siendo el mismo, ¿la foto sigue siendo foto aunque sea digital?

 Sí, es foto, lo que cambia es cómo se maneja, la tecnología está a la mano, lo que no está es el talento y la educación. Tengo un amigo muy buen fotógrafo que trabaja sólo con métodos llamados análogos —eso es un error, lo análogo debería de ser lo digital no la foto física química, porque es la foto digital la que hace una analogía— que dice que no conoce un fotógrafo digital famoso internacionalmente, no hay un nombre, un Cartier Bresson. Yo me quedé pensando que es verdad.

Hay un problema sobre los temas abordados. En mi caso siento que ya tengo agotados todos los temas, ahora que quisiera hacer algo ya no sé para donde ir, y menos en esta ciudad en que ya tengo tanto tiempo. Se me agotó el coco, mis cosas ya me chocan a mí mismo. Lo tomo con optimismo, no como tragedia, yo ya estoy cumpliendo a cabalidad mi cuota de vida, y me queda poco tiempo por delante, pero lo tomo de una manera humorística. Yo mismo estoy cansado de mí mismo… ya no encuentro para dónde jalarme.

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¿Sigue haciendo fotos?

Sí, me precio de tener cierta capacidad física a pesar de mi edad, pero ya no es la misma, mi mujer no me deja hacer cosas que hacía antes. Sigo haciendo mis cámaras, a veces hago cosas en el cuarto oscuro que acondicioné en la parte de abajo que conseguí en el edificio, aunque ahora varios materiales se han descontinuado, cada vez es más complejo encontrarlos.

Paradójicamente, cada vez es más común leer notas informativas sobre el incremento en las ventas de químicos y material para hacer fotografía análoga.

Es la misma historia que en 1888 cuando Eastman sacó la camarita con el eslogan de “apriete usted un botón, nosotros hacemos lo demás”. En ese momento mucha gente se volvió fotógrafo; ahora es lo mismo pero más avanzado con lo digital, millones de fotos se hacen todos los días, es un fenómeno de gran magnitud que ni podemos medir.

Sin embargo, muchos fotógrafos que estaban en lo digital lo están abandonando y volviendo a lo químico, esto tiene una explicación lógica: la gente se aburre de tanta facilidad. Lo digital iguala el trabajo de los fotógrafos, como cuando escribes en una computadora y la letra es la misma, se pierde la individualidad, se robotiza el personaje. Lo químico da un margen distinto, por ello los talleres de procesos antiguos tienen tanto éxito y auge actualmente en México.

Hay algo que todavía tiene que superar lo digital, una forma de expresión, algo que está relacionado con el individuo, con quien toma la foto. La foto estenopeica, en donde nunca sabes lo que va a salir, tiene su encanto. En la foto convencional diriges la cámara por medio del visor, en la foto estenopeica la cámara es la que dirige al fotógrafo. Eso es interesante porque a la hora de revelar, aunque ya estás curtido en esto, siempre resulta emocionante ver cada foto. Eso es increíble, te brinda una gama de sensaciones, de vivir, de asombro, es todo un proceso, es otra cosa. Quizá por eso la gente esta volviendo a trabajar así, yo no le encuentro otra explicación.

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Mientras terminamos la taza de café que Chichai, su esposa, nos ofreció para degustar durante nuestra plática, hablamos de cómo los celulares podrían afectar la anatomía y salud de futuras generaciones, del impacto de la foto digital y análoga en el medio ambiente. Mire, Cynthia —me dice muy serio—, yo no me espanto porque creo que estamos cerca de nuestra extinción como especie. No es pesimismo, pero cuando se produce algo es para usarse y algún día van a usar todo el material atómico que tienen por ahí. Es algo que no entiendo, cómo se matan unos a otros en lugar de juntarnos todos para contemplar las estrellas, que es algo que se podría hacer.

Carlos Jurado cumplirá 89 años en noviembre. Hablar con él es un reto a la razón, hay que pensar rápido, ser ágil para poder apenas ir corriendo detrás de su conversación y de la cantidad de ideas que expresa sin pausa y con total lucidez.

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