ADIÓS A ENRIQUE METINIDES, MAESTRO DE LA FOTO POLICIACA


El fotógrafo de nota roja Enrique El niño Metinides falleció hoy a la edad de 88 años, confirmaron compañeros del gremio a través de Twitter.
«El fotoperiodista Enrique Metinides falleció la mañana de este martes 10 de mayo a las 9:22 horas. Descanse en paz», escribió Noel Alvarado, editor de información del Periódico LA PRENSA.
Metinides, quien se inició en el oficio periodístico a los nueve años, era un hombre sencillo, sincero y sagaz, quien conservaba una memoria formidable que acompañaba a las historias de las miles de fotografías que hizo cubriendo la nota policiaca para diversos diarios y publicaciones de la Ciudad de México durante cinco décadas.
Con su primera cámara, obsequio de su papá, tomaba fotos de monumentos, del tráfico, de las ferrocarriles, de la Alameda y de todo lo que se estuviera delante de su lente. El pequeño fotógrafo iba mucho al cine a ver películas de gangsters y de la mafia italiana en Estados Unidos, filmes en los que se basaba para hacer sus fotos.
«En vez de jugar con una pelota o con canicas, jugaba yo con mi camarita y no la soltaba, era una cámara de medio formato y nomás tomaba 12 fotos en blanco y negro. (Policías y el Ministerio Público de una delegación cercana) vieron mis fotos un día y me invitaron a la delegación a ir a tomar fotos. Comencé a retratar a los muertos, los detenidos y las broncas que hay en todas las delegaciones a los ocho años».
Ya cuando tenía casi 10 años hubo un accidente antes de que se fuera a la escuela, chocó un carro en San Cosme y le tomó fotos con su camarita ¡clack, clack!
«Llegó un taxi y se baja un fotógrafo y yo me le quedé viendo y él me veía que tomaba fotos. Era Antonio Velázquez, que en ese momento trabajaba para La Prensa; me djio: ¿Por qué estás tomando fotos?, le digo: Las colecciono, me dan ganas de tomar fotos… ¡ah! dijo, vénme a ver al periódico y tráeme tus fotos para verlas. Al día siguiente las vio y me preguntó si quería ir a trabajar con él. ‘No te voy a pagar nada, nomás para que aprendas, pide permiso en tu casa’, dijo. Nunca pedí permiso, pero me iba con él todas las mañanas a Lecumberri, a la Penitenciaría, al Forense, a la Jefatura de Policía, a la Procuraduría, a los Bomberos y a la Cruz Roja.
«No sé qué me pasaba, pero hasta presentía donde iba a ocurrir la foto buena y parece que me esperaban, porque exactamente cuando yo llegaba ocurría la mejor escena, tenía suerte, y una cosa que siempre me metía en la cabeza: pocas fotos, pero bien tomadas.
[slideshow_deploy id=’40479′] Con información de David Polo

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