A cien años del nacimiento de Fernando Benítez, pionero del "Nuevo periodismo" en México

Fernando Benítez. © Pedro Valtierra/CUARTOSCURO.COM

Aunque incierta la fecha exacta de su nacimiento,  la comunidad  cultural  parece  haber elegido el  10 de enero de  1912, para celebrar el nacimiento de Fernando Benítez, considerado pionero del Nuevo Periodismo en México, luego de la publicación de los cinco tomos que integran Los indios de México, obra contemporánea de los trabajos de  impulsores de  técnicas narrativas en el periodismo como Norman Mailer, Truman Capote y Tom Wolfe. Esta conmemoración centenearia inició desde finales del año pasado, con la muestra fotográfica que se exhibe en el Palacio de Bellas Artes, y que concluirá el 22 de enero.

¿Por qué es importante recordar a  Fernando Benítez?  Hay tan múltiples respuestas a  esta pregunta como las tareas que en vida desempeñó el escritor:  reportero,  editor, historiador,  ensayista, dramaturgo, lector y escritor de novelas, antropólogo,  descubridor de  talentos, impulsor de suplementos culturales, diplomático, catrín,  etc. Pero el poeta José Emilio Pacheco, quien a los  22 años comenzó a trabajar con  Benítez, nos facilita la faena atisbando: «Si hubiéramos sabido leerla y aprovecharla de verdad (la obra de Los indios de México) sería  muy otro el panorama que se nos presenta al comenzar 2012». ( La Jornada, 9 de enero de 2012, p.9a).

Y si hay que ahondar en ese punto, el propio Benítez dijo en algún momento —según recordó Vicente Rojo  en el discurso que leyó durante el homenaje  que se le rindió al primero en diciembre pasado y que publicó ayer La Jornada: «¿Qué me  enseñaron los indios?… Me enseñaron a no creerme  importante, a tratar de llevar una conducta impecable, a considerar sagrados los animales, las plantas, los mares y los cielos, a saber en qué consiste la democracia y el respeto debido a la dignidad humana».

Baste lo anterior para justificar el recordar, leer y releer a Benítez, en un tiempo de convulsión social, de violencia, de desastre ecológico, de pérdida de valores y aprecio humano.

En el ámbito de lo meramente fotográfico vale destacar la participación fundamental de  fotógrafos como Nacho López en  los libros  Viaje a la Tarahumara (1960) y La última trinchera (1963), los cuáles pertenecen a la obra Los indios de  México.  Y como Héctor García,  quien  acompañó a Benítez en su expedición para revelarnos a los coras del pueblo de Jesús María en la Sierra Mayor de  Nayarit, en su tradicional Semana Santa,  la que es narrada por Benítez en su tercer tomo de Los indios .

Benítez en la Cultura se perfila a penas como un pretexto visual para despertar  la curiosidad y leer a Benítez, y recordarnos por qué él se empeñó tanto en el periodismo cultural en México,  hoy tan  castigado y relegado por  los editores.  Se  exhibe en el Palacio de Bellas Artes (Eje Central y Juárez s/n, Centro Histórico). Concluye el  22 de enero. (Anasella Acosta)

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