Lázaro Blanco, maestro de fotógrafos
La tarde del 4 de mayo el físico, que en realidad fue fotógrafo y maestro de numerosas generaciones de fotógrafos, Lázaro Blanco (Cd. Juárez 1938- Cd. De México 2011) cerró los ojos de forma definitiva.
La comunidad fotográfica se cimbró. El maestro eterno del Taller Libre de Fotografía en la Casa de Lago y leyenda de una exigente enseñanza a lo largo de 42 años, había concluido.
Los primeros acercamientos de Blanco a la fotografía se dieron mientras estudiaba física en la Facultad de la Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Quizá fueron los principios de la luz, sustancia de la fotografía, los que lo cautivaron.
Por ello, tal vez, se esforzaba en impartir una lección básica para el fotógrafo resumida en tres elementos: luz, espacio y tiempo, y “a partir de una didáctica basada en la utilización de los elementos mínimos en términos de equipamiento, pero sobre todo en fomentar en los alumnos una cultura de la imagen” (Revista Cuartoscuro 57).
Blanco fue de esos fotógrafos integrales por fuerza de hacer y gustar: la música, los viajes, la pintura, los murales, las tumbas egipcias, el arte prehispánico. En él la fotografía no sólo se hacía; se pensaba. Ya desde 2003 alertaba: “la educación está fallando desde el principio; a los niños se les está dando lo menos posible y están muy a gusto así. Yo les hablo de muchas cosas para picarles la curiosidad, y eso es lo que más me motiva” (Idem).
El fin era que la imagen viajara a través de la pupila para llegar más profundo, porque “esas piezas de realidad transformada que llamamos fotografías, pueden despertar en el observador sentimientos latentes o escondidos sobre su mundo, al permitirle ver, apreciar, interpretar, redefinir, notar y darse cuenta de todo lo que perdió debido a su inmersión en una sorda, ciega sociedad. Los fotógrafos bien pueden representar los clamores de esas pugnas para emerger de la ciénaga y ver la luz”, así lo escribió Blanco en Contemporary Photographers (St. Martin’s Press, 1983).
Con esa convicción el maestro trabajó cada día. Tanto, que sus fotografías fueron publicadas en Life, The New York Times y The Christian Science Monitor. Y es que según escribió Olivier Debroise la fotografía de Lázaro Blanco, al lado del hacer y el pensar de otros “ha validado el entorno urbano y lo ha transformado en emblema de espacio sensible y toma de conciencia ante una realidad social que la imagen se encargará de llenar”.
En numerosas ocasiones fue reconocida su trayectoria y labor docente. Recibió la Mención en el Primer Concurso de fotografía Internacional del Centro de Artes Integrales en Caracas, Venezuela; el Premio de Adquisición en le sección Bienal de Gráfica de Salón Nacional de Artes Plásticas; el Diploma al Mérito de la Revista Fotozoom por docencia en la Fotografía, y la Medalla al Mérito Fotográfico otorgada por la Fototeca Nacional, en 2008.
Blanco también fue impulsor de la organización gremial, así se convirtió en uno de los fundadores y vicepresidente del Consejo Mexicano de Fotografía.
Entre las exposiciones que el maestro realizó se cuentan 500 fotografías, en el Museo de Arte Carrillo Gil, en 1980; Musicantes, en la Galería del Museo Mural Diego Rivera, 1990; Luz en el tiempo, en el Palacio de Bellas Artes; Tiempo Cautivo, en la Casa del Lago; The photographs of Lázaro Blanco, en la Universidad de Texas. Temporarios (2010) fue su última exposición en el Centro de la Imagen, la cual reunió 400 fotografías que sintetizaron su trayectoria.
Así un día de mayo, abrazado por la enfermedad de nuestro tiempo: el cáncer, el maestro Lázaro Blanco, un escéptico de la burocracia gubernamental, las organizaciones privadas y la suerte, un crítico acérrimo que andaba de la mano de la ironía y que sólo creía en las cosas simples y en la magia del equilibrio, cerró sus ojos, esos, los de la luz. (De la redacción)