Testimonios de una guerra. Fotografías de la Revolución Mexicana
«El hambre del pueblo se extremó de una manera tan intensa que en las barriadas no pocas eran las personas que caían desfallecidas, viéndose cómo multitud de individuos indigentes levantaban del suelo las cáscaras de fruta que, no obstante estar impregnadas de tierra, se llevaban ansiosa y vorazmente a la boca. Otros, provistos de un palo, encarbaban afanosamente los grandes montones de basura que rodeaban los mercados, con la esperanza de encontrar algunos despojos de aves, frutas, legumbres o vísceras, aunque fuera en estado de putrefacción, con tal de aplacar el hambre devoradora que sentían.»
Francisco Ramírez Placarte
La ciudad de México durante la revolución constitucionalista. Mexico City: Ediciones Botas, 1941.
La Revolución Mexicana no sólo fue la primer revolución social del siglo XX, sino también la más fotografiada. Siendo así, y tratándose de un conflicto decisivo para la historia mexicana, el Instituto Nacional de Antropología e Historia aprovecha para ofrecernos esta exposición en 30 museos de la República. Con una planificación de 2 años, se presenta con la curaduría del historiador de la imagen John Mraz -autor del libro Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e íconos-, quien trabajó con miles de imágenes tomadas de la Fototeca Nacional, la Benemértia Universidad Autónoma de Puebla, la universidad nacional autónoma de México y Panamericana, el Archivo Nacional de la Nación, el Instituo Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, y de la Fundación Televisa. Imágenes que se apoyan en testimonios y en archivos de audio en las que se puede escuchar la voz de Porfirio Díaz y la primera grabación del himno nacional.
Celebrando el Centenario de la Revolución, los museos mexicanos se han inundado con exposiciones relacionadas todo el año. Así que, ¿qué hace distinta a esta exposición? Además de su abundante material, el enfoque que le da al conflicto. A diferencia de las otras, que se concentran en los líderes y caudillos, esta exposición se enfoca en el pueblo, en la gente que le tocó vivir la lucha de cualquier manera, ya fuera como soldado, como huérfano o como mujer hambrienta.
Entre corridos zapatistas, uno recorre los pasillos de la exposición para encontrar imágenes como la de un cadáver colgado que un montón de niños mira con curiosidad, o la de una mujer asistiendo a un herido en las calles de la ciudad durante la Decena Trágica. No obstante las 146 fotografías, Lourdes Herrasti, coordinadora nacional de museos y exposciones del INAH, no la califica como una exposición fotográfica, sino como algo que va más allá. Por eso se cuenta con materiales didácticos y grabaciones de video restauradas donde se ven, por ejemplo, los funerales de Madero.
Otro de los puntos a favor de la muestra, es el reconocimiento que John Mraz da a las decenas de fotógrafos que capturaron la Revolución. Haciendo un esfuerzo por desmitificar a Agustín Víctor Casasola como el «fotógrafo de la Revolución», el historiador reconoce el mérito de muchos otros fotógrafos como son Hugo Brehme, Samuel Tinoco, Antonio Garduño o Ezequiel Álvarez Tostado. En entrevista con Cuartoscuro, John Mraz dejó claro que considera a Casasola como un fotógrafo secundario: «él recortaba las fotos de revistas ilustradas, las pegaba en las paredes y las re fotografiaba».
Sin duda alguna, el mayor logro de esta experiencia es la forma en que nos acerca a la importancia de la Revolución. Después de un año de celebrarla y escuchar tanto de ella, paradójicamente se le termina restando importancia. Ya lo pasado pasado. Pero a través de estas imágenes y testimonios, la forma en que los mexicanos vivieron la Revolución se vuelve algo tangible que nos invita a reflexionar sobre lo que la lucha significó. Trascendencia que poco a poco se ha ido olvidando y que incluso la SEP ha dejado de tomar en cuenta. Al preguntar a John Mraz su opinión sobre la desaparición del tema en los programas de estudios, él contesta: «es una aberración, es querer borrar el pasado y eso no se puede».
La exposición es básicamente la misma en los 29 museos en que se presenta, pero muchos de ellos aportan algo extra que le de un toque característico de la región. En el caso del Museo del Carmen, sede de la Ciudad de México, se organizó un ciclo de cine con cintas documentales y películas comerciales. Algunas de ellas son El Prisionero 13, El compadre Mendoza y Vámonos con Pancho Villa.
Testimonios de una guerra estará disponible hasta febrero del 2011 en los siguientes museos:
Francisco Ramírez Placarte
La ciudad de México durante la revolución constitucionalista. Mexico City: Ediciones Botas, 1941.
La Revolución Mexicana no sólo fue la primer revolución social del siglo XX, sino también la más fotografiada. Siendo así, y tratándose de un conflicto decisivo para la historia mexicana, el Instituto Nacional de Antropología e Historia aprovecha para ofrecernos esta exposición en 30 museos de la República. Con una planificación de 2 años, se presenta con la curaduría del historiador de la imagen John Mraz -autor del libro Fotografiar la Revolución Mexicana. Compromisos e íconos-, quien trabajó con miles de imágenes tomadas de la Fototeca Nacional, la Benemértia Universidad Autónoma de Puebla, la universidad nacional autónoma de México y Panamericana, el Archivo Nacional de la Nación, el Instituo Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, y de la Fundación Televisa. Imágenes que se apoyan en testimonios y en archivos de audio en las que se puede escuchar la voz de Porfirio Díaz y la primera grabación del himno nacional.
Celebrando el Centenario de la Revolución, los museos mexicanos se han inundado con exposiciones relacionadas todo el año. Así que, ¿qué hace distinta a esta exposición? Además de su abundante material, el enfoque que le da al conflicto. A diferencia de las otras, que se concentran en los líderes y caudillos, esta exposición se enfoca en el pueblo, en la gente que le tocó vivir la lucha de cualquier manera, ya fuera como soldado, como huérfano o como mujer hambrienta.
Entre corridos zapatistas, uno recorre los pasillos de la exposición para encontrar imágenes como la de un cadáver colgado que un montón de niños mira con curiosidad, o la de una mujer asistiendo a un herido en las calles de la ciudad durante la Decena Trágica. No obstante las 146 fotografías, Lourdes Herrasti, coordinadora nacional de museos y exposciones del INAH, no la califica como una exposición fotográfica, sino como algo que va más allá. Por eso se cuenta con materiales didácticos y grabaciones de video restauradas donde se ven, por ejemplo, los funerales de Madero.
Otro de los puntos a favor de la muestra, es el reconocimiento que John Mraz da a las decenas de fotógrafos que capturaron la Revolución. Haciendo un esfuerzo por desmitificar a Agustín Víctor Casasola como el «fotógrafo de la Revolución», el historiador reconoce el mérito de muchos otros fotógrafos como son Hugo Brehme, Samuel Tinoco, Antonio Garduño o Ezequiel Álvarez Tostado. En entrevista con Cuartoscuro, John Mraz dejó claro que considera a Casasola como un fotógrafo secundario: «él recortaba las fotos de revistas ilustradas, las pegaba en las paredes y las re fotografiaba».
Sin duda alguna, el mayor logro de esta experiencia es la forma en que nos acerca a la importancia de la Revolución. Después de un año de celebrarla y escuchar tanto de ella, paradójicamente se le termina restando importancia. Ya lo pasado pasado. Pero a través de estas imágenes y testimonios, la forma en que los mexicanos vivieron la Revolución se vuelve algo tangible que nos invita a reflexionar sobre lo que la lucha significó. Trascendencia que poco a poco se ha ido olvidando y que incluso la SEP ha dejado de tomar en cuenta. Al preguntar a John Mraz su opinión sobre la desaparición del tema en los programas de estudios, él contesta: «es una aberración, es querer borrar el pasado y eso no se puede».
La exposición es básicamente la misma en los 29 museos en que se presenta, pero muchos de ellos aportan algo extra que le de un toque característico de la región. En el caso del Museo del Carmen, sede de la Ciudad de México, se organizó un ciclo de cine con cintas documentales y películas comerciales. Algunas de ellas son El Prisionero 13, El compadre Mendoza y Vámonos con Pancho Villa.
Testimonios de una guerra estará disponible hasta febrero del 2011 en los siguientes museos:
- Museo de El Carmen, Ciudad de México
- Museo Regional de Aguascalientes
- Museo Regional de Chiapas
- Museo Regional de la Laguna, Coahuila
- Museo Regional de Guanajuato, Alhóndiga de Granaditas
- Museo Regional de Guadalajara, Jalisco
- Museo Regional Cuauhnáhuac, Morelos
- Museo Regional de Nayarit
- Museo Regional de Nuevo León, Ex Obispado
- Museo Regional de Puebla
- Museo Regional de Querétaro
- Museo Regional Potosino
- Museo Regional de Sonora
- Museo Regional de Tlaxcala
- Museo Regional de Yucatán, Palacio Cantón
- Museo de la Revolución en la Frontera, Ciudad Juárez
- Museo Ecatepec, Casa de Morelos, Estado de México
- Museo Histórico de Acapulco, Fuerte de San Diego
- Museo Histórico del Oriente de Morelos, Cuautla
- Museo de Guadalupe, Zacatecas
- Centro INAH Campeche
- Centro INAH Durango
- Centro INAH Tabasco
- Centro INAH Veracruz
- Centro INAH Hidalgo
- Centro Cultural Nuevo Laredo
- Centro Cultural Palacio Clavijero, Morelia
- Centro Cultural Santo Domingo, Oaxaca
- Casa de Cultura de Gómez Palacio, Durango
- Museo Regional de Guerrero (Se presenta bajo el título La Revolución en Guerrero)
PILY ALGO PARA RECORDAR Y MEDITAR . OPINION ESPERADA .