EL OJO DE PARÍS: LA VIDA VISTA POR BRASSAÏ
Por Ana Luisa Anza
Tenía sólo 25 años. Gyula Halász (Brassó, Transilvania, 1899) al fin ponía los pies en la ciudad en donde recordaba haber pasado su cuarto cumpleaños. Aquel París de la Bella Época estaba listo para quien adoptaría posteriormente el nombre de Brassaï, uno de los seudónimos que usó alguna vez como caricaturista, y quien había sido también pintor.
Había encontrado su camino: la fotografía, el medio que le permitiría expresar su pasión por la ciudad de noche. De ahí las sombras de las rejas sobre las casas dormidas, un personaje en la bruma, los letreros luminosos que compiten por ofrecer hospedaje, los amantes amantes o los amantes que pelean, la juventud de una prostituta, la vida de los placeres carnales o los gustos elegantes, la calle misma en su geometría, luces y oscuridades.
De su obra fuimos testigos los tres meses que la exposición llamada simplemente Brassaï: El ojo de París estuvo en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Hoy queda el libro-catálogo, una coedición de la Secretaría de Cultura, el mismo recinto museístico, la Fundación Mapfre y la Fundación Mary Street Jenkins.
En sus más de 350 páginas está, por así decirlo, la vida misma del artista. No sólo son sus pasos anteriores a la imagen, sino sus dibujos, pinturas, caricaturas y una impresionante colección de documentos que describen su paso por la prensa ilustrada.
El libro-catálogo hace un recorrido por la producción artística del fotógrafo a través de tres ensayos realizados por Peter Galassi, curador de la exposición y quien presenta la vida y obra de Brassaï, además de centrarse en desarrollar las diferentes secciones en las que se divide la exposición a partir de los temas que lo apasionaron: La calle, París de día, París de noche, Sueño, Placeres, Sociedad, Personajes, Cuerpo de mujer, Lugares y cosas, Grafitis, Retratos y Minotaure.
El segundo texto es de Stuart Alexander, historiador del arte y consultor del Estate Brassaï Succession, quien se enfoca en la actividad de Brassaï en la prensa ilustrada de la década de los treinta hasta sus últimos trabajos de los años sesenta, especialmente en su labor para la revista estadounidense Harper’s Bazaar.
El tercer y último texto es de Antonio Muñoz Molina, escritor español. quien desarrolla la influencia literaria de Brassaï en su obra fotográfica, así como su propio andar como escritor. Gran parte de su inspiración visual proviene de los escritores que más amaba, Goethe, Chéjov y, sobre todo, Proust.
De manera destacadísima, sobresale la reproducción de las imágenes con las que Brassaï se convirtió en una de los fotógrafos más importantes del siglo XX.
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