HUELLAS MÁGICAS
Muere el sol en los montes, con la luz que agoniza,
pues la vida en su prisa, nos conduce a morir.
Pero no importa saber, que voy a tener, el mismo final,
porque me queda el consuelo, que Dios nunca, morirá
Canción “Dios Nunca Muere”; autor Macedonio Alcalá
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Oaxaca es un estado mágico, su gente es cálida, sonriente, acogedora; es pleno en tradiciones, suculenta comida, hermosas artesanías, elaborada vestimenta, diversas costumbres, lenguas originales. Vivir en Oaxaca significa respetar las costumbres, crear redes, entablar amistades, adentrarse en la vida de las comunidades para captar a plenitud la cotidianidad, el gozo de compartir. Es un festín de olores, colores, sabores, sonidos, cultura. Algunas de sus tradiciones son únicas.
La Guelaguetza o Lunes del Cerro, que significa «aportación o tributo», se lleva a cabo los dos lunes siguientes al 16 de julio, con un despliegue de danza y música protagonizado por grupos representativos de las regiones; es una fiesta que se origina en la época prehispánica. Durante los dos últimos lunes de julio los zapotecas elegían a la doncella más hermosa, para representar a Centéotl, diosa del maíz, a quien adoraban para que las cosechas fueran abundantes. Esta fiesta se reproduce en cada población, reuniendo a grupos de lugares cercanos, quienes se esmeran en preparar sus danzas y vestimenta durante todo el año.
Los mercados se suceden cada semana en un lugar diferente, a ellos acuden personas de poblaciones cercanas y no tan cercanas a vender sus productos y aún hoy, en algunos, se sigue practicando el trueque, Son una explosión de color, de hermosas vestimentas, del musical zapoteco y de la oferta de alimentos y de objetos ya olvidados en el mundo moderno.
Las bodas zapotecas conservan gran parte de los ritos prehispánicos; desarrollan durante tres días, interesantes preparativos que constituyen en sí una fiesta, con continuas ceremonias, gran cantidad de comida y música que reúne a las grandes familias extendidas.
La celebración de los días de muertos, el 1º y 2 de noviembre es fundamental en Oaxaca. Por doquier se pueden admirar las elaboradas ofrendas a los difuntos, con incienso, velas, chocolate, agua, bebidas, flores de cempazúchitl, así como las fotografías y los alimentos preferidos de los ya ausentes. Los cementerios se llenan de color, de luces y de música.
En todos los pueblos se celebra a los santos patronos, las iglesias se engalanan para la ocasión con hermosas flores e incienso, se imparte solemne misa, se parte de ellas en largas procesiones llamadas calendas y en el convite, se comparten los alimentos, las bebidas, los cantos y la alegría.
La planta de agave es en sí misma, parte de la imagen de Oaxaca, por la belleza que imprime a los paisajes y por la excelencia de su tradicional mezcal, famoso en todo el mundo y que muchos continúan elaborando a la manera artesanal.
Así pues, en Oaxaca se mezclan la majestuosidad de los templos prehispánicos con la elegancia de las edificaciones coloniales; la hermosura del paisaje, con la mística de la religiosidad; la muerte, las costumbres y el arte;el melodioso zapoteco, con las lenguas extranjeras de quienes visitan, o han hecho de éste, su hogar.
Algunos contemporáneos señalan que la vida tradicional en Oaxaca fue captada con amplitud y maestría por los fotógrafos del siglo pasado. Para mi sigue siendo fuente de inspiración porque se trata de un estado en el cual los pueblos originarios que son sus legítimos dueños, continúan siendo marginados, que cuenta con 18 de los 65 grupos étnicos del país, 418 de sus municipios se rigen por usos y costumbres y porque más de 400 mil oaxaqueños cruzan cada año la frontera para buscar mejores condiciones en Estados Unidos.
En un lugar privilegiado como Oaxaca, documentar las huellas del pasado que se mezcla con el presente en los festejos que refrendan la memoria colectiva mediante complejos rituales, relacionar a través de la composición visual diversas situaciones y objetos, tomando en cuenta no sólo la estética, sino también la ética, utilizando una técnica del pasado, -la fotografía análoga- y, entre las cuatro paredes de mi laboratorio, con la magia de la plata gelatina, ver surgir las imágenes en la sencillez del blanco y negro, me resulta una actividad gozosa, la cual me hace tener siempre presente que la fotografía significa escribir con luz.
«Huellas Mágicas» se inaugurará el 19 de marzo a las 18:00 hrs. y permanecerá abierta al público hasta el 10 de abril en el Consulado de México en Phoenix, Arizona, Estados Unidos, 320 E., McDowell Rd, 3er Piso, Phoenix, Arizona
Texto: Amalia Gamio